miércoles, 23 de abril de 2014

CORAZÓN, Edmundo de Amicis. Un corazón generoso, texto.

Miércoles 26
     Precisamente esta mañana Garrón se ha dado a conocer. Cuando entré en la escuela, el maestro no había llegado aún, y tres o cuatro  muchachos atormentaban al pobre Crosi, el pelirrojo inválido, hijo de la verdulera. Le castigaban con la regla, le arrojaban cáscaras y le remedaban pegando el brazo al cuerpo.  Daba pena verlo, con la mirada suplicante, para que lo dejaran en paz, mientras los otros lo seguían vejando  hasta que se puso rojo de ira.  De pronto Franti, el de la cara sucia, se trepó  en un banco remedando a la verdulera cuando venía con sus canastos a buscarlo, pues ahora no lo hacía por encontrarse enferma. Crosi perdió la calma y cogió un tintero para arrojárselo a la cabeza, pero Franti y fue a estrellarse en el pecho del profesor que a la sazón entraba a la clase. Todos corrieron a sus puestos, mientras el maestro, con voz alterada, preguntó:
     -¿Quién ha sido?
     Ninguno respondió. El maestro gritó, alzando  aún más la voz:
     -¿Quién fue?
     -Yo he sido –respondió Garrón, levantándose resueltamente.
     El maestro  lo miró, observó a los alumnos que quedaron atónitos  y luego repuso con voz tranquila:
     -No has sido tú. El culpable no será castigado. ¡Que se levante!
     Crosi se levantó y prorrumpió a llorar:
     -Me pegaban, me insultaban; yo perdí la cabeza y tiré…
     -Siéntate –interrumpió el maestro-. ¡Que se levante los que le han provocado!
     Cuatro se levantaron con la cabeza baja.
     -Vosotros –dijo el maestro- habéis insultado a un compañero que no os provocaba,  os habéis reído de un desgraciado y habéis golpeado a un débil que no podía defenderse. ¡Cobardes!
     Luego tomó la cabeza de Garrón que estaba con la vista en el suelo, se la levantó  y le dijo, mirándole a los ojos:
     -Tienes  un alma noble.
     Garrón aprovechó para murmurarle algunas palabras al oído, y el maestro, volviéndose  bruscamente, dijo a los culpables:
     -Os perdono.

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