Un
pedazo de sol
se
ha desparramado
en
el camino
viejo
de
la tarde.
El
cántaro
se
ha bebido toda la chica
que
el zorzal había fermentado
con
su canto.
Tan
sólo quedo yo
y la
pampa,
tú
y el
grillo de mi voz
sigue
lavando sus arrugas
en
el puquial olvidado
de
ayer.
Mi voz es una hierba
que
muere.
Y el
amor, un niño
que
sube
a
pie
por
las quebradas.
(De: “Ichu”)
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