lunes, 7 de abril de 2014

CARLOS ALFONSO RODRÍGUEZ Y SU POEMA "ÉRAMOS TRES AMIGOS..."

Éramos tres amigos, muy muchachos, que viajábamos por la vida,
Éramos tres adolescentes que en algún momento pensábamos,
Que íbamos a vivir siempre juntos, siempre jóvenes y rebeldes,
Que no teníamos otros sueños, que nuestros sueños.
Y nuestros sueños en la vida eran nuestra única realidad.
Éramos tres y nos conocíamos por vez primera en la ciudad de Huaraz,
Fue en uno de esos tradicionales encuentros de poetas;
Que terminaban en famosos desencuentros y peleas,
Eran encuentros de payasos que ni siquiera se pintaban,
La gente iba, se emborrachaba y hasta por primera vez debutaba.
En ese encuentro Ángel Izquierdo se emperró y enfrentó a los organizadores,
A quienes les dijo en su propia cara la vela verde y zamba canuta.
Julio Aponte, decía que el finado Pepe Vargas: ¡“No era poeta”!,
Sino un amigo, atento y cordial, que lo había invitado.
Pero le advertí, que Pepín Vargas, tenía algunos libros de poesía.
Y Aponte, me aclaraba, “que podía tener 10 o 15, y no ser un poeta”.
Volvíamos a Lima borrachos de nuestros primeros éxitos literarios;
Pablo Pastor les había publicado a Carlos Alfonso sus “Cantos a la vida”
Y a Heber Ocaña Granados de Huarmey “Poemares”.
Cuando apareció Tomás Ruiz en el escenario de nuestras vidas,
Sin más prendas que un viejo morral, algunos libros, varios poemas.
Tomas Ruiz amaba tanto la poesía como el teatro, entre sus autores
De cabecera estaban Vicente Huidobro, Gorki, Juan Cristóbal y Scorza.
Inmediatamente nos vendió el cuento y el bello elogio,
Que la nueva poesía estaba en esos momentos en Lima,
Y sin más ni más nos pidió que cuando llegara por allá lo recibiéramos,
En la otrora ciudad jardín y en las tres veces coronada villa.
Al cabo de algunas semanas apareció con lo que llevaba puesto,
O sea, como siempre había vivido toda su vida, pidiéndonos, amablemente,
Alojamiento, libros, lapiceros, papel, almuerzo y pasajes.
Desde que llegaba ya empezaba a darnos trabajo y problemas,
Que procurábamos solucionar de la mejor amigable manera.
Heber Ocaña no podía alojarlo porque vivía en un cuarto muy pequeño,
En donde apenas entraba y cabía él con toda su ruma de libros.
No tuve más opción que llevarlo a mi casa solamente por tres semanas
Y se quedó más de tres años en las calles de Risso y Lobatón;
Que le cayera bien a todos mis hermanos, padres y familia,
Es algo que sólo nos lo explica y se lo atribuyo al ángel de poeta
Que acompaña a todo verdadero y gran artista del pueblo.
Aedosmil había caído en una enorme crisis de la cual nunca se levantó
Y yo inventé el grupo Obraje como un apéndice de Aedosmil,
Al que se unieron, afiebradamente, Tomás Ruiz y Heber Ocaña,
Hasta que Aedosmil corrigiera su línea política y poética;
Con el tiempo corrigió su línea política, la línea poética nunca apareció.
Huarmey, Lince y Trujillo, fueron nuestros centros de operaciones.
El conflicto en Obraje era que los tres éramos líderes,
Heber Ocaña, era un agitador cultural, y aún los sigue siendo globalmente;
Tomás Ruiz (1968-2001), evolucionó radicalmente a la línea dura de la izquierda.
Y Carlos Alfonso Rodríguez que fue en su adolescencia un izquierdista liberal,
Al convertirse en agente literario derivó, inevitablemente, a una línea liberal,
A consecuencia de sus primeros emprendimientos editoriales.
Éramos tres amigos, muy muchachos, que viajábamos por los caminos de la vida,
Y  la vida nos dio cárcel, persecución, exilio, viajes, mujeres y éxito.

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