viernes, 21 de noviembre de 2014

ISAAC SOTO GAMARRA y su cuento "Paccha"

                                                         PACCHA

El sonido de los pututos, se dejaba escuchar desde muy lejos. Estas conchas  marinas gigantescas traídas desde la Oceanía, eran sopladas con una fuerza inusitada anunciando la llegada del poderoso monarca Inca.
Era un acontecimiento poco o nada conocido por los lugareños quiteños.
El Inka Huayna  K’apaq llegaba a consolidar  sus dominios por esas tierras del norte.
Casi treinta años  habían transcurrido desde la llegada del último hijo del sol, señor, de todo el Tawantinsuyo, Topaq Inka Yupanqui . El había extendido sus dominios hasta  más allá  de estos límites. Ahora su hijo el soberano Huayna Kapaq, tras la muerte de su padre  llegaba a reafirmar  el poderío de los orejones. Este acontecimiento era algo extraordinario para los habitantes  de estas comarcas, que al paso del Inka le rendían pleitesía, le honraban  con los más dulces manjares y bebidas y le demostraban sus artes y danzas. Como también el inka escuchaba  muy solícitamente sus requerimientos, ordenando la construcción del k’apaq ñan,(caminos), puentes y tambos. Como era el representante del  Inty el padre Sol y de la pacha mama, tenía que obrar con justicia y equidad.
Pero su llegada a Quito, era  algo muy especial.Habían corrido rumores  de un alzamiento organizado  por un grupo  del pueblo de los cañaris  comandados por un general, del ejército, Este  incidente  hacía presagiar  que el Inka  iba a quedarse  por un  tiempo prudencial en la capital del Contisuyo-Quito, Nadie se imaginaba  que algo extraordinario iba a acontecer menos el  Inka.
Quito, era el centro del mundo, por ello era un lugar sagrado, a la vez un sitio muy hermoso y geográficamente  similar  a la ciudad sagrada del Qosqo, capital del Imperio.
Al ingresar el Inka, a este lugar en su litera de oro, con toda su séquito y su ejército, fue recibido por una comitiva encabezada por una mujer de extraordinaria belleza, que con sus encantos y su gracia femenina  de inmediato  subyugó al poderosos monarca . Ella era P’ACCHA, hija del gobernador de los cañarís .Su nombre  indicaba torrente  de agua y no era para menos lo que encerraba, el significado de este nombre, era una beldad de mujer, cuanto más la contemplaba el monarca se sentía más embelesado. Al punto de perder su equilibrio emocional. Sus ojos grandes como el capulí, su boca roja, ardiente como la fresa, su cuerpo tallado como la diosa Isis de los egipcios.( Sobradamente podía competir  en belleza con Cleopatra o con  Elena de Troya). A todos esos atributos físicos se le podía añadir, el encanto de su voz, era como el susurro de una suave caída de un  manante. La magia de la belleza femenina,  había surtido, El embrujo del amor, cautivó al Inka y se quedó prendado desde aquel día, rindiéndose a los pies de Páccha.
La trampa  había funcionado, los caciques de los pueblos cañaris, cayambis y caránquis , habían tramado este encuentro. Fue una maniobra certera para  aplacar la cólera  del monarca y más aun para que se quedara a vivir, complaciendo los caprichos de Paccha, la enigmática mujer quiteña .
Entre tanto los sacerdotes, del templo principal  de Qory Cancha, se  atormentaban con los malos augurios,  leídos en sus  oráculos. Negras sombras se avecinaban poniendo en peligro  el futuro del Imperio .
Desde aquel día fatal para la continuidad del Tawantinsuyo, el inka  fue perdiendo el liderazgo  de sus dominios, en vez de conquistar  más pueblos, s e dejó conquistar el corazón, por una mujer extranjera .Al punto de construirle una ciudad igual o más bella que la del Qosqo, ofensa que no perdonaron los dioses.

Fue el comienzo del final de un Imperio que abarcó los cuatro lados del mundo andino.

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