LOS K´EROS
Ellos desconocen el transcurrir de las
horas, nunca los escuché decir se me van las horas, pero sí saben que el tiempo
transcurren con los días y las noches. Se levantan en cuanto empieza a clarear
el día, se prosternan y saludan la presencia del Inty Tayta, el dios sol.
Agradecen los alimentos de la mañana a la pacha mama, vertiendo a la tierra sus ponches de quinua, maca,
habas, etc. Luego se dirigen muy alegres a cumplir sus tareas en el campo, los
varones abren los surcos de la madre tierra con mucho respeto con sus
chaquitacllas de madera, no usan los metales porque temen herir a su dadivosa
madre tierra y las mujeres con sus niños en las espaldas echan la semilla. Al llegar la
tarde, cuando el sol se va perdiendo en el ocaso se despiden de él con una
reverencia dando fin sus labores. Entienden que en cuanto asoma la mama quilla,
la madre luna, es hora de descansar, observan que la chaskas, las estrellas
empiezan a danzar en el firmamento alegrando sus corazones.
Cuando brotan los frutos, lo cosechan
cantando y bailando porque tendrán el alimento sagrado de su esfuerzo y sudor.
Estos hombres y mujeres viven con el pasado de su cultura, hoy en el presente.
Sus ayllus o familias practican el ayni o sea la correspondencia mutua.
Arreglan sus caminos, reparan sus puentes colgantes. Sus ingenieros y
arquitectos, que no han estudiado en ninguna universidad, construyen templos
para sus dioses por toda la eternidad. Este pueblo es el último refugio del
Imperio del Tahuantinsuyo. Son los k´eros. Pueblo milenario que desconoce el
uso del dinero, porque en sus mercados intercambian sus productos, fruto de su
trabajo, lo de la ciudad los tilda de ignorantes porque no saben lo que es el
libre mercado ni la lucha de clases.
De nada les sirve el oro y la plata. El
agua es su mayor tesoro, por eso lo cuidan y le rinden tributos en sus
ceremonias.
Cuando muere un K´ERO nadie llora porque
saben que se va de viaje al otro mundo. Al Hanan Pacha. No hay cielo ni
infierno para ellos, sólo tienen que cumplir las leyes de la naturaleza, por eso no espera ni
recompensa ni castigo. La muerte es el paseo del cuerpo. El alma queda para el
regocijo de ellos, y no le hacen faltar el alimento.
En fin no tienen plata en los bolsillos,
tampoco tienen casas suntuosas, solo sus chozas de paja, no hay piscinas
temperadas, solo manantiales tibios, lagunas cristalinas, ríos caudalosos, no
hay televisión ni internet, tan solo tienen montañas verdes, cordilleras
blancas y todo un paisaje idílico para que sus ojos salten de alegría. Así son
felices los K´EROS.
(Isaac Soto
Gamarra)
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