ÁNGELUS
Quién me iba a decir que el destino era esto
Ver la
lluvia a través de letras invertidas,
Un
paredón con manchas que parecen prohombres,
El
techo de los ómnibus brillantes como peces
Y esa
melancolía que impregna las bocinas.
Aquí
no hay cielo,
Aquí
no hay horizonte.
Hay
una mesa grande para todos los brazos
Y una
silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro
día se acaba y el destino era esto.
Es
raro que uno tenga tiempo de verse triste:
Siempre
suena una orden, un teléfono, un timbre,
Y
claro, está prohibido llorar sobre los libros
Porque
no queda bien que la tinta se corra.
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