Flavia Cosma
TIGRE HAMBRIENTO
Mis
párpados caen pesados
sobre
las desveladas noches.
Tu
pensamiento me husmea
como
un tigre hambriento.
Querría
sumergirme en el sueño, como en un
profundo
bautismo,
despertarme
después mirando siempre solo hacia adelante,
pero
cuando veo lejanamente
aviones
tiesos inmovilizados en el suelo,
las
sombras aguardan en silencio.
Una
astuta inquietud nos tienta a ambos,
tú
quieres huir pero no puedes renunciar,
mientras
tanto yo tomo una heroica decisión
—
pero nunca cumplida—
la
de cambiar el vacío
en
una eternidad sin color.
Amanezco,
viuda de tí.
Fermentado, el aire se hace ciénaga;
EL VERANO IMPOSIBLE
olea
como si la ciudad
se
hubiera movido, como por hechizo
al
borde de un lago.
Las
aves pescadoras, de plumas hinchadas
se
adormecen en pavimentos calientes
las
fuertes fragancias nos transportan brutalmente,
a las
orillas de otros continentes.
Con el
pensamiento volvemos a ver los turbios lagos
las
pieles doradas, respirando el deseo
cielos
blandos, anaranjados, azules
profundas
tristezas, vastas llanuras.
Puente
en el mundo
ese
amor extranjero
me arde
salvajemente
con su
gran ausencia.
LA
SOMBRA DEL TIEMPO
También
a ellos les llegan
la
vejes y la muerte.
Y
unos enterraran a los otros
a
la sombra de famosas ruinas,
pues
todo concluye
al
tiempo en que lo conoces.
Aunque
se dijera que inmortales
los
hibiscos florecen sin cesar,
sus
flores son lascivas, ensortijadas
al
esperarme llenas de nostalgia
desde
hace más de un año.
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