viernes, 23 de agosto de 2013

JULIO APONTE Y SUS POEMAS




JULIO APONTE Y SUS POEMAS
CATELO
Nadie ha pedido mi opinión sobre los últimos acontecimientos
desaparecidos , asesinatos, genocidios, crímenes escalofriantes
existen algunos criterios que cuestionan  mi torpe conciencia
jamás he pretendido esclarecerlos.

No voy a hablarles  del hombre que conozco
del hombre que llevo dentro
en mi convergen las fuerzas del bien y del mal.

Sobre el piso verde escupido por el hombre de las colina
 hay voces fragmentadas que siempre me persiguen
fluyen  desde un charco de sangre
aparecen y desaparecen en mis noches alucinantes.

Amenazado predispuesto al suicidio
cada día cada hora me salta a la memoria
una estúpida incapacidad de enfrentarle a la vida
siempre estuve dispuesto a corromperme
como cualquier hombre de mundo.

Siempre soñé  tener un hogar diseñado
una familia compacta  a quien darle las gracias  los buenos días
y  ahora al compás de estos tiempos desiguales
me espanta hasta el delirio  esta forma original de vivir
así, solo, desnudo,
como un perro que no tiene donde caerse muerto
salgo como loco, busco a los amigos
a los que verdaderamente tienen ganas de serlo
pero a cada instante me doy de bruces
con esta tormentosa realidad.

Odio este pasado vertiginoso
estas épocas horribles
estos caminos vergonzantes
odio estas calles clandestinas  de enervantes  nervios
estas noches repudiadas en hileras insondables de miserias.
                                                                             “Catelo”, 1998

 MI MUJER ES UNA PERFECTA BURGUESA

Mi mujer viaja a Nueva Jersey  Hungría   Alemania
Turquía  Nueva Orleans
conoce Machu-Picchu la Capilla Sixtina el Museo de Ruán

Mi mujer se baña se rasca la barriga
se rasura las axilas se incomoda se exaspera
se sienta llama a la muchacha
Esmeralda por acá Esmeralda por allá
las cortinas se estremecen con sus gritos.

Mi mujer amanece con el alba
camina de puntillas hacia el sol
juega basketball tenis frontón
practica natación corre salta se relaja
grita al jardinero insulta a la muchacha
se destapa en una verborrea de palabras
eructa coge el teléfono
chismosea adoptando la actitud de Sharon Tate
coge un libro lo critica con su jorobado cerebro de camello
se arregla se contempla en el espejo tres cuarto de hora
hasta hacerlo llorar de dolor y de espanto.

Va al teatro
A escuchar una ópera que le recomendó el poeta Juan Gonzalo Rose
“La muchacha de los cabellos blancos”
sale se dirige al Perú-Club
conversa con la chabacanería de Mister Mario Vargas Llosa
y corre a lengua suelta Chopin Wilde Mayakovsky
discute con aire chocanesco la novena sinfonía de Beethoven
y finalmente sobre el trágico fin de Sérvulo Gutiérrez

Mi mujer un poco aguardientosa
y con  sus ojos negros como pozos de petróleo
 llega a casa arañando la mañana
mi mujer una perfecta burguesa.
                                                                   Catelo”, 1998


TODAS LAS LUCES DE LA CIUDAD SE APAGAN

Ha crecido un muerto en mi pecho
va creciendo como una lágrima  ahogada
he visto sus destellantes ojos
su mirada está pendiente de lo que yo haga
no sé de qué manera me mira
pero sé que son los ojos de los muertos
que están creciendo en mi pecho.

La ciudad arde
todas las luces de la ciudad se apagan
mientras las sirenas aúllan
y despiertan desconsoladamente
a quienes duermen   y sueñan tranquilos
el sueño de los crisantemos.

Hay sobresaltos murmullos y sangre
mucha sangre
que corre pintarrajeando las calles
sangre en los jolgoriosas paredes
de los burdeles
que siguen su rutina de putería
como si en la ciudad  no pasara nada
pero la ciudad arde
la policía se moviliza  fastidiada intranquila
hay muchos cuerpos regados en las calles
cuerpos que ruedan y ruedan
quebrados sin vida
pero sus ojos están como despiertos
están como alentando la bravura
y el incendio de la noche
donde las luces se apagan
y crece el espanto
como un muerto en el pecho.
                          “La clavícula de San Cipriano”, 1995

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