martes, 27 de agosto de 2013

JOSÉ GONZALO MORANTE Y SU POÉTICA


JOSÉ GONZALO MORANTE

      El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal escribió: “El primer lenguaje fue la poesía. La prosa vino luego. La poesía mantiene vivo los ideales y anuncia un mundo mejor (…) La poesía es anuncio y denuncia. Anuncio de un mundo nuevo y denuncia las injusticias”. Justamente el poeta Gonzalo Morante en las múltiples conversaciones que tuvimos en la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), él solía concordar con el pensamiento de Cardenal acerca de la poesía. Morante fue un poeta maduro y un gran convencido de que el hombre debe luchar persistentemente para dar nacimiento a un mundo nuevo y mejor. 
     José Gonzalo Morante apostó por la poesía de la vida, del amor y la esperanza. Su poesía se caracteriza por su frescura lírica y su rica expresividad literaria. La originalidad está presente en los poemas de su obra poética “El mentir de las estrellas”. Usó con mucha mesura los recursos literarios al escribir poesía, sin caer en la exageración.  La obra de Morante es corta, pero es sumamente apasionada e intensa. El poeta ha bebido para enriquecerse poéticamente de la obras  de Gustavo Adolfo Bécquer, su admirador, del inmortal César Vallejo y del genial Pablo Neruda. Él me confesó que la obra nerudiana “20 poemas de amor y una canción desesperada”, es lo más grande que se ha escrito sobre el amor.  
     “Para que tú me ames” es su poema emblemático. Siempre lo leía llorando en la Asociación Nacional de Escritores y Artistas y de paso  también hacía derramar lágrimas a los poetas y otros oyentes.  Su sufrimiento de poeta enamorado por un amor imposible siempre me contagió
     El amor frustrado y no correspondido produce en el poeta Morante una profunda depresión y un inmenso dolor que lo devora de a poco, que lo lleva a hablar con la naturaleza que es su aliado:
Para que tú me ames he de hablar con el viento,
he de hablar con la noche, he de hablar con la flor.
Y hablaré con la luna que va en mi sentimiento,
Iluminando mi alma para hablarte de amor”.
     El poeta obsesionado por el amor de una mujer que no corresponde a sus nobles y sinceros sentimientos, delira sumergido en un mundo de ensueño:
Para que tú me ames volaré a los mares
y  me iré por la altura que despierta al jazmín;
yo buscaré en la estrella nuestro ramo de azahares
y soñaré contigo nuestra dicha sin fin.
     La angustia del poeta crece cada vez más porque se encuentra inmerso en la soledad y el desamparo. Su sufrimiento por el amor de una mujer lo lleva a un delirio que lo envuelve de fiebre, alejándolo de la realidad:
Para  que tú me ames incendiaré el aroma
y bajaré mil  veces hasta tu corazón;
he de escribir tu nombre con candor de paloma
y el  ruiseñor cantando te dirá mi pasión.
   El discurso literario  se vuelve pesimista en la última estrofa del poema  porque el poeta  enamorado que está  al borde de la desesperación le pregunta   a la mujer que ama con una voz melancólica, qué debería hacer  para que ella le ame y no le haga  sufrir más  ya que no se merece esa indiferencia hiriente. El dolor que siente por la ingrata mujer inconmensurable.  Al  final de todo el discurso poético de Morante  se torna fatalista porque el poeta le pregunta por última vez ¿Acaso debo morir para que  tú me ames?
¿Qué deseas que yo haga para que tú me ames?
¿Qué deseas que yo haga para ya no sufrir?
¿Qué deseas que yo haga para que tú me llames?
¿Para qué tú me ames, debo acaso, morir?
     La forma del poema “Para que  tú me ames” es sencilla y carece de adornos retóricos tradicionales  ya que facilita al lector realizar  una lectura ágil y una  rápida comprensión.
                                                             Rafael Alvarado Castillo
Lima, 8 de febrero de 2013

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