domingo, 5 de octubre de 2014

ISAAC SOTO GAMARRA y su cuento "El político"


El escritor Isaac Soto Gamarra

EL POLITICO

Abraham, le puso de nombre su papá (la lectura de la biblia lo inspiró). Soñaba que este niño de grande iba llevar los destinos de su raza como el patriarca de los judíos. Así mismo su pueblo sufría por siglos las injusticias más grandes desde la llegada de unos hombres extraños del otro lado del mundo. Sus tierras, sus animales, hasta sus vidas pertenecían a esos seres raros llenos de codicia y ambición. En ese túnel oscuro de la vida que llevaban, había una luz de esperanza para ver un nuevo amanecer; esperaban la llegada de su “Pachacutec”, alguien parecido a un Inca, que hiciera renacer aquellos sueños del gran pasado que tuvieron.
Para lograr este ansiado propósito los padres de Abraham con la colaboración de muchos pobladores acordaron enviarlo a la gran ciudad, donde recibiría una educación privilegiada, pues habían notado en este muchacho ciertas virtudes, era inteligente, tenía cualidades de líder y una habilidad para hablar en público. Así este pueblo maltratado por siglos puso sus anhelos en este excepcional joven.
Al llegar a la gran ciudad, Abraham tuvo que soportar muchas humillaciones y se vio obligado a cambiar su idioma materno. Luego le enseñaron costumbres ajenas a su cultura natal, sus profesores le repetían hasta el cansancio que tenía que civilizarse, culturizarse si quería ser alguien en esta vida. Hasta su paladar sufría cambios drásticos, empezó a desprecia su mote, chuño, quinua y otros alimentos del ande, ahora comía su KFC, Bembos etc., y para refrescarse su Koke Kola (ya tiraba algo de inglés).
Aparte algunos compañeros del colegio también le dieron otras lecciones “clases magistrales” para que sea un pendejo, porque todos se burlaban de él, diciéndole que era un lorna, por no decir un tonto.
Así pasaron los años, hasta que logró sacar su título profesional de ingeniero en una universidad de la bulliciosa ciudad. Este fue el primer pretexto para no volver a su tierra, escribía a sus padres que allá se moriría de hambre y que ya no se acostumbraría a sus “malas costumbres”, ahora tenía gustos más refinados, a esto se añadió su matrimonio en privado con una gringa que conoció en uno de sus viajes al extranjero.
No se sabe cómo, de pronto apareció integrando un grupo político. Los dirigentes de esa agrupación lo animaron a que postule a un cargo parlamentario representando a su pueblo, le decían: “no seas tonto fácilmente podrías convencer a la gente ignorante de tu tierra, claro te mandas un par de chamullos y listo … hay que tener labia como nuestro líder del partido… y ya verás cómo te llenas de plata …. de paso te caes con alguito … ”
De esta manera para lograr su propósito, regresó a su tierra, ni bien pisó su terruño, no se cansaba de repetir que había llegado el “Pachacutec” que esperaban para cambiarlos y transfórmalos de la triste situación en que vivían.
En los mítines que organizaba prometía el oro y el moro y moviéndose como una vedet de tercera categoría gritaba a los cuatro vientos, que como ingeniero que era, haría carreteras, asfaltaría todas las calles del pueblo, construiría hospitales , escuelas, etc. En el colmo de las promesas le prometió al curita del pueblo hacerle una iglesia igualita
que la de San Pedro, donde vivía el Papa. También les llevó regalitos, agujas, espejitos y calendarios con calatas, y para fomentar la borrachera les hizo beber un licor adulterado.
Con la resaca y las promesas que los mareaba, consiguió el abrumador voto de sus coterráneos, logrando una curul en el parlamento.
Llegado el día de la juramentación en el Parlamento (el circo), se puso de rodillas ante un crucifijo y gritando a los cuatro lados prometió cumplir sus promesas, pero el Cristo con la corona de espinas se moría de dolor, y le hizo saltar la frase: “Juro por Dios y la plata”. Los demás parlamentarios (payasos) se reían, otros se ponían rojos de vergüenza (los que todavía mantenían su conciencia limpia).
Una vez sentado en su curul parlamentario al ingeniero Abraham se le puso en blanco su mente y jamás cumplió sus ofrecimientos, tan solo en la Navidad iba a su tierra llevando algunos regalitos para los niños, quejándose ante sus paisanos que el gobierno no tenía plata para realizar obras y que el país atravesaba una situación álgida, porque las arcas del erario nacional estaban exiguas, sus paisanos se miraban las caras ante tan raras expresiones del señor parlamentario, que vestido con un terno impecable, luciendo un reloj con piedras preciosas y bebiendo un licor del color de la orina y cantando huaynitos (todo para impresionar a su gente), reiteraba: “No podemos cambiar nada, ni hacer nada, mientras la economía del país está en desbalance, por eso es necesario que el oro y la plata que hay en abundancia en nuestra pacha mama contribuya al bienestar nacional. Sus paisanos se quedaban
asombrados y dudando de sus palabras, se retiraban cabizbajos diciendo: “¡Cómo ha cambiado Abrahamcito, ahora porque habla inglés y tiene su carro cuatro por cuatro y una mujer gringa, piensa que puede venir sorprendernos!
Pero no faltaba alguien por ahí que comentaba, que los opresores y verdugos del pueblo ya no provienen de la capital, ni vienen del extranjero, ahora salen del mismo seno de la tierra, de la misma cuna del pueblo y se estaban propagando como las malas yerbas.

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