martes, 16 de diciembre de 2014

RICARDO AYLLÓN, HÉCTOR ÑAUPARI, CARLOS VILLACORTA VALLES Y BERNARDO RAFAEL ALVAREZ, en Jueves de Poesía y Narrativa"

INVITACIÓN
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ASOCIACIÓN DE LA CÁMARA POPULAR DEL LIBRERO; JR. AMAZONAS 401, 
BARRIOS ALTOS, EL CERCADO ******************************************************** ******************************************
JUEVES DE POESÍA Y NARRATIVA.
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PROGRAMA A DESARROLLARSE EL 18 DE DICIEMBRE, DESDE LAS 4 PM.
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- PRIMER RECITAL DE VOCES MASCULINAS POR FIN DE AÑO " PARA QUE SE APURE LA ALBORADA ". Participarán los siguientes poetas:RICARDO AYLLÓN, HECTOR ÑAUPARI, BERNARDO RAFAEL ÁLVAREZ, CARLOS VILLACOTA VALLES


CARLOS VILLACORTA VALLES 
(Moyobamba-Región San Martín). 
Publicó el libro (148 páginas) “De la Selva su Folclor” (Año 2006). Segunda edición el año 2008. Luego el libro (164 páginas) “Crisis de la Educación: Causas y soluciones” (Año 2006). La novela Orillas de la Educación como árboles caoba, (124 páginas. Año 2012). Libro cuentos y poesías de la selva (120 páginas. Año 2012). Dirige el blog literario GENERACION CAOBA: (http://generacioncaoba.blogspot.com 
Actual Presidente del Movimiento Cultural Literario Nokanchi Kanchu
Dirección electrónica: cvillavalle@hotmail.com y odesi12@yahoo.es

POESÍA PLANETARIA
Heródicamente sangriento
el capital flamea su ismo.
Sin importar el mañana,
como estúpida alimaña,
enciende el follaje
para extraer el potaje
intoxicándose de monedas.
Los dardos de humo Co2
hieren al mundo y sus tratados,
trituran su verde fertilidad
y calientan sus arterias cósmicas.
Luego el deshielo planetario
trastorna el mar y su poesía,
ensangrentando sus alas
desnudas de playa.
Tiernos como frágiles mariposas,
caen primero los niños y las hojas.
Los árboles sacuden su cabellera ploma,
tristes se echan al hombro sus raíces
y se pierden en el horizonte.
Poesía planetaria,
lanza tu grito matorral,
organiza las orillas de los ríos
y establece el mañana verde.

HÉCTOR ÑAUPARI

(Lima, 1972). Poeta, miembro de los grupos Neón y Vanguardia en los noventa. Publicó los poemarios En los sótanos del crepúsculo y Rosa de los vientos. Figura en diversas antologías.
Odiseo y la sirena
Una de las sirenas que seducían a Odiseo se enamoró del héroe, y lo poseyó, encabritada sobre sus muslos mientras él al mástil atado estaba. Tanto gozó, que su sexo imparable como una inundación empapó el cuerpo del rey. Al acabar, cual una acróbata enloquecida le ofreció, para su goce, su culo suculento. Su descendencia lujuriosa se perdió, pero los amantes ganaron una postura bella como una extraña gema.
RICARDO AYLLÓN
(Chimbote, 1969). Es profesional en Derecho por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde hizo también una maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana. Ejerce la creación literaria, el periodismo y el trabajo editorial. En poesía ha publicado: Almacén de invierno (1996), Des/nudos (1998), A la sombra de todos los espejos (2003) y Un poco de aire en una impura (2008). Ha sido premiado en los Juegos Florales Nacionales de Poesía de la Municipalidad Provincial de Huaraz (1997).
S/T
La poesía acabó con nosotros,
hombres de un país sin
más misterio que el silencio.
Las palabras se llenaron de
agujeros y reemplazaron
los nombres de la
soledad con bostezos
y ventanas destrozadas.
Dijimos tacto y la piel
se echó a reír a pedacitos bajo
la música tenue del vacío.
Nombramos a la aurora
y las cumbres cedieron ante
el pobre horizonte de la duda.
¿De qué manera increpar 
al fantasma del silencio 
ahora que disloca
nuestra fiebre de escribir por la mañana?,
¿dónde está la voz que
anima cual un estallido
el amor de lo imposible?
¿Aún es probable la vida con
tanto adjetivo retrasado?
Pienso en el valle ajeno en el que
se extravían los poetas de mi patria.
Uno de ellos, postrado al pie del
acantilado de la muerte;
y otro, derrotado por falta
de muerte en la vida prematura
de su canto.
A mí ya no me asalta la
palabra por las noches,
la lluvia no corroe como antes
la desolación de mi vihuela.
He aquí el invierno,
redondo en la mano abierta de la espera.
Cuando olvidamos el
bosque de los lirios
y nos quedamos
con una estaca en la garganta,
la lengua se espinó con el
idioma de su sangre.
¿Quién nos dice ahora
para qué un paisaje de
alabastro si no es posible
cincelar el amor en el follaje?
Tengo treinta y siete años
y la risa de una hiena
organiza mis canciones.

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