jueves, 11 de mayo de 2017

RAFAEL ALVARADO CASTILLO y su poema "Canción a mi madre muerta"

CANCIÓN   A MI MADRE   MUERTA

                                           A mi madre Estela Sabina Castillo Norabuena

Madre, quiero escuchar de tus labios marchitos ahora más que nunca
el secreto  de tus lágrimas que caían como pétalos de azucena
en mi mano abierta amarrada a mi vieja nostalgia,  cuando la tarde
moría en el corazón  del mundo  cubierta de gaviotas de alas  blancas.

Madre, quiero saber el porqué de tu tristeza desmayada en la sombra
de un viejo árbol que  tiene el perfume del mar y de la brisa del otoño,
quiero sentir la piel de una orquídea que tiene la frescura de tus palabras
que brotan de tus labios de terciopelo como una canción de amor.

Madre, espanta el silencio de tus labios y dime por qué tu dolor grande
que se enrosca  furiosamente como una culebra  en mi  pecho  se parece
a los ojos de la noche  donde se oculta la vieja tristeza de mi infancia olvidada.
Madre, quiero decirte cómo me hiere tu ausencia eterna colgada
de los  cabellos de la luna  como si fuese una estrella escarchada de lágrimas.

Ahora más que nunca, madre, quiero cantar con los gorriones del alba
la canción que solías entonar todas las mañanas, cuando la angustia
te acorralaba  en el rincón de tu cuarto pintado de color  gris,
quiero corretear cogido de tu mano el paisaje triste  de mi infancia,
quiero verte sonreír como una princesa enamorada  que solloza de alegría,
quiero oír el sonido de tu risa de niña traviesa que alegra mi pobre corazón,
quiero tocar con mis dedos tu corazón lleno de amor suspendido  del cielo.

Madre, tu corazón de niña buena se durmió para siempre en una tarde de lluvia
cuando una bella gaviota blanca volaba mar  adentro junto  a la llorona luna
de abril que caminaba sobre los antiguos  cañaverales gritando tu nombre.
Madre, cuando me aleje de este horrible mundo quiero volver a verte y dormirme en tu regazo
donde duermen el amor de Dios y los párpados cerrados del mundo.
                                   
                                                                     Rafael Alvarado Castillo

Lima, 18 de mayo de 1985.

(Del poemario: “Confesiones del lobo”)


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