jueves, 26 de septiembre de 2013

VICTOR HUMAREDA: EL PINTOR QUE YO CONOCÍ.

Victor Humareda, lo conocí en 1978. Varios jóvenes poetas  de la Universidad de San Marcos hablaban mucho del pintor Humareda. El más entusiasta en conocerlo era el poeta Augusto Fernández quien era de Puno y que recién acababa de publicar su poemario: "Vértice",  hecho a mimeógrafo. Actualmente él radica en España. Un día, el poeta Fernández nos dijo que quería conocerlo personalmente y nos invitó que le acompañaramos. Aceptamos, era un día sábado. Nos aventuramos en su búsqueda y teníamos como referencia: que vivía en el Hotel Lima, de la Parada. Después de andar a la deriva, preguntando a la gente de la zona por el bendito hotel de mala muerte, nos dijeron que había uno con ese nombre en la av. 28 de julio de La Victoria. Cuando localizamos el hotel, preguntamos a un señor en qué habitación vivía el pintor Víctor Humareda. El hombre malvestido nos dijo que vivía en la habitación 283 y apenas llegamos a nuestro destino, tocamos la puerta y salió un hombrecito cachetón y con razgos andinos. Era el genial  Víctor Humareda, el excelso maestro de la pintura peruana.
     Nosotros, le dijimos que éramos poetas y sin pensarlos dos veces nos hizo pasar a su humilde cuarto que olía a aguarrás y  a pintura. Había por todos lados sus famosas pinturas que había hecho. Me llamó mucho la atención dos cuadros pictóricos: La chingana y un cuadro a Marilyn Monroe, que según él nos dijo que la amaba. Mi amigo Fernández le dijo que se  sentía muy contento de ser paisano de un gran pintor. Humareda sonrió y le dio la mano. Humareda nos habló mucho sobre Pintura y también nos enseñó cómo era el trabajo que desarrollaba el pintor. Nos mostró sus cuadros que tenía en su taller, que era su cuarto donde vivía. Quedamos maravillados con todo lo que nos dijo. Después, nosotros hablamos de poesía. Humareda nos dijo que leía poesía y que admiraba a su paisano poeta: Carlos Oquendo de Amat y al poeta arequipeño Gamaniel Churata, así como también  a César Vallejo. Después de esa visita, yo lo frecuenté mucho. Nos hicimos buenos amigos. Lo que me llamó mucho la atención era que en el hotel donde él vivía era frecuentada por mucha gente de mal vivir: prostitutas, delincuentes y borrachos que consumían "racumín"; pero era  muy respetado por toda esa gente de alta peligrosidad. Víctor Humareda no sólo fue un gran amigo, sino también el poeta de la pintura.
                                         Rafael Alvarado Castillo.
Lima, 25 de setiembre de 2013 

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