viernes, 13 de septiembre de 2013

GIBRAN JALIL GIBRAN: El vagabundo




EL VAGABUNDO
     LO CONOCÍ en el cruce de los caminos; era un hombre que solo llevaba  una vieja capa y un báculo, y un velo  de dolor en el rostro. Y nos saludamos, y yo le dije: “Ven a mi casa, y sé mi huésped”.
     Y él vino a mi casa.
     Mi mujer y mis hijos salieron a recibirlo   en el umbral,  y aquel  hombre les  sonrió, y  a ellos les agradó la llegada del vagabundo.
     Luego, nos sentamos todos a la mesa, y  estábamos contentos en  compañía  de aquel hombre, porque  en él había un silencio y un misterio.
     Y después de cenar nos reunimos junto a la chimenea, y yo le hice preguntas acerca de su  vagabundeo y peregrinar.
     Nos relató muchos cuentos aquella noche, y también al día siguiente, pero lo que ahora relato por escrito nació de la amargura de sus días, aunque él mismo era un hombre bueno y amable, y  estos relatos constituyen el polvo y la paciencia de su camino.
     Y al marcharse el vagabundo a los tres días, sentimos, no que se había ido un huésped,  sino que alguno de nosotros estaba todavía en el jardín, como si esperáramos  que entrara en la casa.
                                                     Gibran  Jalil Gibrán

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