JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
VIDA Y OBRA
Por Rafael Alvarado Castillo
José María Arguedas Altamirano nació el 18 de enero de 1911, en Andahuaylas que es una región muy pobre en el departamento de Abancay. Sus padres fueron doña Victoria Altamirano Navarro, una dama de Abancay y don Víctor Manuel Arguedas Arellano que era un abogado cuzqueño que viajaba constantemente por toda la región andina del sur por razones de trabajo. En 1914, murió su madre de unos fuertes dolores hepáticos y el niño José María quedó al cuidado de su abuelita paterna María Teresa Arellano. Corría el año 1915 y su padre Víctor Manuel fue nombrado Juez de Primera Instancia de la provincia de Lucanas, departamento de Ayacucho.
Arguedas con su padre
En el 1917, su padre se casó con una acaudalada terrateniente de San Juan de Lucanas, doña Grimanesa Arangoitia viuda de Pacheco, quién maltrató física y psicológicamente al niño José María anulándole su autoestima y ésta la dejó una huella profunda en la personalidad para toda la vida. Cuando su padre se ausentaba por mucho tiempo su madrastra obligaba a vivir en la cocina con los sirvientes de la hacienda y con los indios. Arguedas escribiría después: “Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra”. También soportó a su hermanastro Pablo Pacheco, diez años mayor que él y que era muy violento, le golpeaba constantemente al niño.
En el año de 1921, cansados de los abusos excesivos que se cometían contra él y su hermano mayor Arístides; éstos se escaparon de la hacienda de la perversa madrastra Grimanesa y se refugiaron por dos años en la hacienda de Viseca de su tío Manuel Perea Arellano. En 1923, viajó intensamente en compañía de su padre Víctor Manuel por Ica, Arequipa, Cusco y Apurímac. Al siguiente año viajó a Abancay donde estudió en el Colegio Nacional “Miguel Grau”.
El adolescente andahuaylino, en 1925, en un grave accidente perdió dos dedos de la mano derecha. En el año de 1926, cuando contaba con quince años de edad, José María inició sus estudios secundarios en el Colegio Nacional “San Luis Gonzaga” de Ica. En ese centro de estudios se enamoró de una compañera de aula de nombre Pompeya . Le escribió una carta con su puño y letra declarándole su amor, pero la chica le menospreció porque no quería saber nada con un serrano. Esta actitud negativa de la muchacha le hizo mucho daño dejándole una profunda herida en el corazón del adolescente. En 1928, viajó con su padre Víctor Manuel a la ciudad de Huancayo, donde se quedó a radicar para estudiar en el Colegio Nacional “Santa Isabel”. Publicó un artículo “La raza indígena será grande” en la revista estudiantil santa isabelina “Antorcha”, que dirigió. Al año siguiente viajó a Lima para estudiar en el Colegio Nuestra Señora de la Merced y en 1930 vivió una larga temporada con su padre en Yauyos.
El joven postulante Arguedas, en 1931, después de una intensa preparación ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para estudiar la carrera de antropología que era su gran pasión. Siempre le preocupó profundamente los problemas del hombre andino y esa fue la razón fundamental por la inclinación que tuvo por la antropología. En el año del 1932 murió su padre, el abogado Víctor Manuel Arguedas, quien llevó una vida llena de problemas por los viajes constantes que hizo con su hijo José María por la serranía sureña del Perú. Arguedas escribió sobre su padre en la novela monumental “Los ríos profundos”: “Mi padre no pudo encontrar nunca dónde fijar su residencia, fue un abogado de provincias, inestable y errante. Con él conocí más de doscientos pueblos. Temía a los valles cálidos y sólo pasaba por ellos como viajero; se quedaba a vivir algún tiempo en los pueblos de clima templado: Pampas, Huaytará, Coracora, Puquio, Andahuaylas, Yauyos, Cangallo (…) A mi padre le gustaba oír huaynos, no sabía cantar, bailaba mal, pero recordaba a qué pueblo, a qué comunidad, a qué valle pertenecía tal o cual canto. A los pocos días de haber llegado a un pueblo averiguaba quién era el mejor arpista, el mejor tocador de charango, de violín, de guitarra. Los llamaba y pasaban en la casa toda una noche. En esos pueblos sólo los indios tocan arpa y violín. Los arpistas tocan con los ojos cerrados. La voz del arpa parecía brotar de la oscuridad que hay dentro de la caja; y el charango formaba un torbellino que grababa en la memoria la letra y la música de los cantos”. Ese mismo año, el joven Arguedas empezó a trabajar como empleado en la Central de Correo de Lima, con un sueldo de ciento ochenta soles que le sirvió para seguir sus estudios universitarios.
El inquieto joven escritor andahuaylino publicó su cuento “Warma Kuyay” (Amor de niño) en la revista “Signo”, en 1933. En el cuento, Arguedas, narra la historia de amor del niño Ernesto por la cholita Justina. Los hechos del cuento se desarrollaron en la hacienda de don Froilán. Al año siguiente se publicaron varios cuentos en los periódicos “La Prensa ” y “La Calle ”.
En 1935 publicó su primer libro de cuentos “Agua”, con el cual ganó el segundo premio del “Concurso Internacional de cuentos”, organizado por la Revista Americana de Buenos Aires, Argentina. La obra literaria contiene los cuentos más famosos: “Warma Kuyay”, “Los Escoleros”, “Agua”, “Orovilca” entre otros. En ese mismo año, el doctor Alejandro Ortiz Reyes conoció al joven José María Arguedas en la Peña Pancho Fierro que está ubicado en el centro de Lima y desde entonces fueron grandes amigos. El abogado Alejandro Ortiz lo describía así:”José María era un dechado de bondad, de los hombres más buenos y fraternales que he conocido; además de una honestidad que pocas personas pueden ostentar”. La amistad que los unía a los dos amigos era grande y esa era la razón que tuvo estas palabras sobre él: “Además tenía una sensibilidad casi enfermiza y un amor auténtico por los indios. A mí me contaba sobre el origen de este sentimiento. Se debía a que al lado de ellos recibió mucho cariño, cuando estaba solo, pues su padre se ausentaba constantemente. Estos indios lo protegían, lo querían, lo cuidaban; y, como José María era un niño, contaba libremente todas sus cosas delante de él, quien escuchaba atentamente. Así iba grabando esas historias en su memoria y en su corazón. Tenía un franco entusiasmo por la vida, por sus proyectos. Se mostraba generalmente alegre, a veces decía “Nunca ni en esta época, ni después, lo vi angustiado o atormentado. Se mostraba generalmente alegre; a veces decía cosas desconcertantes pero ello no iba acompañado de una actitud depresiva. Siempre se mostró entusiasta con los proyectos de los demás, aunque quien sabe, no tanto, con los suyos propios”.
El joven escritor Arguedas, en 1936, fue elegido por unanimidad delegado estudiantil del tercer año de la Facultad de Letras, ante el Centro Federado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Decana de América. Ese mismo año se editó la revista “Palabra”, que fue una especie de tribuna para los jóvenes intelectuales que defendieron el arte y la cultura. Dicha revista se fundó con el apoyo de los jóvenes intelectuales Alberto Tauro del Pino, Augusto Tamayo Vargas, y José Alvarado Sánchez cuyo seudónimo era Vicente Azar.
Fue cesado en el trabajo de la Central de Correo de Lima, en 1937, y concluyó sus estudios de Literatura en la Facultad de Letras. Ese mismo año, Arguedas fue encarcelado en la prisión de “El Sexto” que estaba ubicado en la avenida Bolivia de Lima. La razón fundamental del encarcelamiento del joven Arguedas y de varios estudiantes universitarios fue por la protesta que hicieron contra la presencia del general fascista Camarona en el claustro de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos a través de movilizaciones y agitaciones estudiantiles evitando su visita. En la cárcel “El Sexto” estuvo preso en el pabellón de los presos políticos.
Publicó “Canto Kechua”, traducciones de cantos indígenas, en 1938. Al año siguiente, sucedieron hechos importantes en la vida de José María: concluyó su tesis universitaria de bachiller “La canción popular mestiza: su valor poético y sus posibilidades”; ejerció la docencia en el Colegio Nacional “Pumacahua” en Sicuani, Puno; se casó muy enamorado con la bella dama Celia Bustamante Vernal; publicó el cuento “El barranco”. En 1940, salió a luz en la ciudad de Mexico un artículo periodístico importante “El wayno y el problema del idioma en el mestizo”.
Caricatura de José María Arguedas
La primera novela de Arguedas “Yawar Fiesta” vio la luz, el año 1941. Según el laureado escritor Mario Vargas Llosa escribe sobre la novela: “Su mejor novela de Arguedas (la mejor construida, la de los personajes más nítidos) es Yawar Fiesta”. Esta obra literaria fue estudiada e investigada por los críticos literarios peruanos y de muchos países del mundo, quienes tuvieron buenas palabras sobre esta obra literaria.
Arguedas dictó, en 1942, Castellano y Literatura en la Gran Unidad Escolar (G.U.E) “Alfonso Ugarte” de San Isidro, Lima y en el año 1943 enseñó en el histórico Colegio Nacional “Nuestra Señora de Guadalupe”. En 1947, el destacado escritor andahuaylino fue nombrado por el gobierno de turno, Conservador General del Folklore, en el Ministerio de Educación. Al año siguiente dictó el curso de quechua en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, decana de América.
Con el paso de los años, la vida del novelista Arguedas se volvió más agitada por el intenso trabajo literario que desarrolló, así como también por los altos cargos públicos que asumió en el sector educativo y cultural. En 1949, publicó su libro “Canciones y cuentos del pueblo quechua” que tuvo mucha aceptación en el Perú. Después de recibirse de etnólogo, en 1950, Arguedas nos sorprendió con una nueva publicación de su obra “La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú”. Dirigió la jefatura del Instituto Etnológico del Museo de la Cultura Peruana ”, en 1952.
Arguedas con sus amigos
La pluma literaria de José María Arguedas llenó muchas páginas de sus obras que enriqueció la literatura peruana. El escritor logró publicar en 1954 su libro de cuentos “Diamantes y pedernales”, que narra magistralmente Arguedas la incorporación a la vida del pueblo andino del upa Mariano. En 1954, Arguedas fue nombrado por el Presidente de la República , general Manuel Apolinario Odría, director de Cultura.
La novela indigenista “Los ríos profundos” fue publicada por primera vez, en el año de 1958 por la prestigiosa Editorial “Losada” de Buenos Aires, Argentina. La obra contiene once capítulos y sus personajes están bien diseñados y los espacios donde los personajes desarrollan sus acciones se encuentran inmersos en el mundo andino. Ese mismo año fue nombrado catedrático del Departamento de Etnología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Alma Mater de muchos ilustres personajes del Perú. Al año siguiente, el Jurado Calificador integrado por los novelistas más importante de esa época, dieron por ganador a la novela “Los ríos profundos”, concediendo a su autor el Premio Nacional de Novela “Ricardo Palma”. En el año 1961, apareció la novela corta “El Sexto”, donde narra las vivencias horribles de un reo político en una cárcel hacinada y deshumanizada. Fue galardonado por segunda vez, en 1962, con el Premio “Ricardo Palma” por su obra literaria “El Sexto”. Publicó el famoso cuento “La agonía de Rasu Ñiti”.
La vida del escritor andahuaylino se hizo más complicada por los cargos públicos que había tenido. Una vez más, Arguedas aceptó un cargo importante de Director General de la Casa de la Cultura , en 1963; pero al año siguiente renunció por razones personales. Arguedas consiguió el doctorado en Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con la tesis: “Las comunidades de España y del Perú” que fue sustentada con éxito.
La novela más lograda de Arguedas fue “Todas las sangres”, que salió a la luz en 1964. En esta famosa y extensa obra literaria, José María logró plasmar con su magistral pluma literaria la gran diversidad de elementos humanos que forman el Perú que tanto amó. Nuevamente el doctor Arguedas aceptó otro cargo público como Director del Museo Nacional de Historia y también empezó a dictar una cátedra en la Universidad Nacional Agraria La Molina que lo albergó por varios años.
Los problemas sentimentales y emocionales se agudizaron en la vida del escritor porque su matrimonio con Celia Bustamante se había roto. En 1965, se divorció de la mujer que amó con todas las fuerzas de su corazón. Pero, a pesar de su crítica situación afectiva, publicó el famoso cuento tradicional que el escritor oyó a un indio cuzqueño y que después escribió en quechua y tradujo al idioma castellano.
Arguedas venía arrastrando una depresión que no supo manejarla ni superarla. Era un hombre muy sentimental y sensible ante los atropellos que se cometían contra sus hermanos, los indios. Él no aceptaba los abusos y esto lo indignaba mucho. En 1966, intentó suicidarse por primera vez. Su amigo Miguel Reynel escribe al respecto: “Ya años atrás José María comenzó a pasar por una crisis de carácter personal que lo agobiaba y que no logró superar y lo tuvo entrampado. Ya hubo un primer intento de suicidio cuando era Director del Museo de Historia, de Pueblo Libre”.
Corría el año de 1967 y hubo una mejoría en su estado emocional y psicológico porque se encontraba muy enamorado de la dama chilena Sybila Arredondo, quien le dio una paz grande en su alma. Se casó con ella lleno de felicidad. Nunca se alejó de la literatura y siempre le apasionó escribir relatos cortos. Ese mismo año, apareció su libro de cuentos “Amor mundo y todos los cuentos” que fue saludado por los críticos literarios de la época.
El escritor andahuaylino se dedicó a impulsar y defender el Arte, la Cultura y la Educación , y por esa razón, él ocupó los cargos más altos de las instituciones culturales que le confío el Estado Peruano. Justamente, en 1968, la Universidad Nacional Agraria La Molina le dio la jefatura del Departamento de Sociología y también se le concedió el galardón tan codiciado por los hombres intelectuales de la época, el Premio “Inca Garcilaso de la Vega ” por su gran labor que hizo por el Perú. Fue también un gran promotor cultural de alto nivel que desarrolló por muchos años.
El 20 de agosto de 1969, escribió en Santiago de Chile “He luchado contra la muerte o creo haber luchado contra la muerte, muy de frente, escribiendo este entrecortado y quejoso relato. Yo tenía pocos y débiles aliados, inseguros; los de ella han vencido. Son fuertes y estaban bien resguardados por mi propia carne. Este desigual relato es imagen de la desigual pelea”. La depresión se adueñó del alma de Arguedas por el intenso trabajo que desarrolló durante años y su salud terminó agravándose, en 1969. El doctor Miguel Reynel, que era profesor de la Universidad Nacional Agraria La Molina escribió sobre ese día fatal: “Yo estuve ese día con él. Recuerdo que entré al pequeño y estrecho comedor que teníamos en esa época en La Molina. Lo vi sentado al fondo. Estaba con Alfredo Torero; teníamos mucha confianza y José María era muy bromista, le gustaba andar fastidiando la paciencia, haciendo bromas, además hacía chistes de todos los colores; entonces lo vi, y me acerqué, lo saludé y le dije que me daba gusto verlo y que estaba de muy buen humor, pero noté, por primera vez en todos los años que lo conocía, que me miró muy serio, creí que había dicho algo que no le había gustado y cambié la conversación. Seguimos hablando, conversando y seguimos almorzando juntos. Me recomendó a un folklorista uruguayo y me dijo que valía la pena que lo presentara en La Molina. Terminó el almuerzo y nada hacía presagiar lo que iba a ocurrir. Yo terminaba mis clases a las cinco de la tarde, a esa hora me fui sin saber nada de lo que había pasado. Porque en esa época hacía unas clases de cinematografía en la Universidad de San Marcos, en la Facultad de Educación. Por ello fue que no me enteré de la muerte de Arguedas hasta el día siguiente cuando abrí el periódico y vi que había intentado quitarse la vida, recién, entonces, me enteré de lo que había pasado. Eso fue algo tremendo”. El hecho lamentable se dio el día 28 de noviembre de 1969, en la oficina de la Universidad Nacional Agraria La Molina. Arguedas se metió un balazo en la sien y falleció después de cuatro días de agonía, el martes el 2 de diciembre.
Los restos de José María Arguedas fue trasladado del Cementerio “El Ángel” de Lima a la ciudad de Andahuaylas, su tierra natal, adonde llegó el 29 de junio de 2004. El recibimiento de los restos de su hijo predilecto fue multitudinario y apoteósico. El cadáver del cholo inmortal descansa en su pueblo que lo vio nacer.
Arguedas y su esposa Sybika Arredondo
PRODUCCIÓN LITERARIA:
Cuentos: “Agua”, 1935
“Runa Yupay”, 1939
“Diamantes y pedernales”, 1954
“La agonía de Rasu Ñiti”, 1962
“El sueño del pongo”, 1965
“Amor mundo y todos los cuentos”,1967
“El forastero y otros cuentos”, 1972.
Novelas: “Yawar fiesta”, 1941
“Los ríos profundos”, 1958
“El Sexto”, 1961
“Todas las sangres”,1964
“El zorro de arriba y el zorro de abajo
Ensayos : “Las comunidades de España y del Perú”, 1968
“Formación de una cultura nacional Indoamericana”,
1975
“Indios, mestizos y señores”, 1985
“Nosotros los maestros”, 1986
Las novelas del cholo universal José María Arguedas gozan de alta calidad literaria y su contenido tiene una inmensa humanidad que trata de resaltar la dignidad y el espíritu rebelde del hombre del ande. En las páginas de sus obras literarias, el personaje central es el indio con sus grandes problemas, pero también con sus grandes cualidades humanas que le da una grandeza inconmensurable. El novelista Mario Vargas Llosa escribió con mucha razón cuando se refiere a la obra completa de Arguedas: “Su obra tiene una significación múltiple, de calidad literaria y por otra parte es una obra de integración”.
Las obras literarias de Arguedas
El escritor Arguedas en la novela corta “El Sexto” narra magistralmente, por boca de Gabriel Osborno, la experiencia personal en la cárcel tenebrosa el Sexto. La horrible prisión donde pasó el joven novelista, es el lugar donde cumplen condenan los políticos, trabajadores, estudiantes, obreros, criminales y ladrones comunes, vagos, pordioseros y locos; hombres blancos, indios, negros, cholos, injertos y japoneses. Los personajes que participan en la obra son: Gabriel Osborno que es un preso político de 21 años, un estudiante universitario; el pianista que muere por los maltratos que recibe del Negro Puñalada; el japonés que muere por desnutrición; Clavel, delincuente homosexual y loco; el Negro Puñalada, delincuente peligroso y abusivo contra los débiles; Pacasmayo, Alejandro Cámac Jiménez, el Piurano, el Pato y el asesino del Negro Puñalada. Todos los personajes de la obra crean con sus acciones un clima de tensión y de violencia. Los hechos más resaltantes de la obra son: el suicidio de Pacasmayo; la locura de “Clavel”; y las muertes de El Pato, del Negro Puñalada, del pianista y del japonés.
“Yawar Fiesta” es la primera novela de Arguedas que fue publicada en 1941. “Yawar Fiesta” (fiesta sangrienta) es una idea expresada por medio de la palabra Yawar (sangre) y otra palabra castellana, fiesta. Los hechos de la obra se desarrollan en el pueblo andino de Puquio. Los protagonistas cumplen sus papeles en la obra. y sobresalen: el alcalde Antenor que goza de complejo de superioridad y es potencialmente racista porque odia a los mistis y a los indios; don Julián Aranguena es un personaje controvertido que simboliza la sinceridad y la fuerza; y el toro Misita. Entre los personajes secundarios
destacan: Don Jesús, el mestizo Pancho Jiménez, el juez don Santos, don Demetrio que es un personaje hipócrita y que tiene ambiciones desmedidas, los Varayok’s, el párroco, el subprefecto, el sargento, el chofer Martínez y don Félix. En esta obra se contrapone las costumbres del ande contra las costumbres hispanas: el espectáculo taurino. Las autoridades del pueblo de Puquio quieren imponer a la fuerza las costumbres taurinas de corte hispano, pero los indios del pueblo lo rechazan y al final logran imponer sus costumbres. Nuestro escritor toca esencialmente en su obra literaria con gran profundidad el proceso de la transculturación hispano-indígena.
La novela “Los ríos profundos” fue publicada en 1958. El tema central de la obra radica esencialmente en el sentimiento profundo al universo del ande peruano. Los personajes están bien diseñados por su autor. El protagonista es el niño Ernesto quien nos narra magistralmente su vida. Los personajes secundarios son muchos y destacan los más resaltantes como el padre de Ernesto, Miguel Jesús, el viejo que es el hermano del padre de Ernesto; Augusto Linares o simplemente Padre Linares quien es el director del colegio religioso; el Padre Cárpena quien tiene una elevada estatura y de porte atlético; el hermano Miguel a quien los alumnos le llamaban “el Negro”; Ántero Samanez, hijo de un terrateniente del valle Apurímac y todos le llamaban Markaska o el “marcado”, Salvinia, chica de 12 año y enamorada de Antero; Añuco, hijo de un hacendado; el “Peluca”, estudiante fortachón de 20 años; Valle, estudiante interno de quinto año del colegio religioso; Palacito, estudiante interno indígena y el menor de todos, le llamaban “indio Palacios”; doña Felipa, mujer obesa de mucho coraje y cabecilla de las chicheras; opa Marcelina, mujer de baja estatura y gorda, jovencita demente que ayuda en la cocina del internado: el papacha Oblitas, profesor y músico; Alcilla, notario de Abancay; y la lista de personajes es interminable. Las acciones se desarrollaron en el Cusco y en Abancay en donde se ubican el colegio del internado religioso de Abancay; el barrio de las chicheras, Huanupata y la hacienda de Patibamba. La doctora Juana Martínez Gómez, catedrática de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense de Madrid, España hace un importante apunte de la obra maestra de Arguedas: “Los ríos profundos, novela esencialmente autobiográfica, está desarrollada a lo largo de once capítulos de carácter muy heterogéneo cuyo hilo enlazado es el protagonista, el “yo” que relata una serie de episodios y le confiere unidad a la novela. Ésta narra las experiencias de Ernesto, un muchacho de catorce años, en un colegio religioso de Abancay, al que llega después de recorrer junto con su padre diversos lugares de la sierra. Los primeros capítulos son una auténtica biografía del autor, verdaderos diarios de su infancia escritos con toda clase de detalles. Al llegar al colegio, se incorporan nuevos personajes –los alumnos, los profesores y otros más o menos cercanos al mismo -, y se alternan los episodios de dentro y fuera del centro escolar significativos en la vida del muchacho, que van dando a conocer al lector un mundo -Abancay- y un submundo -el del colegio-. A simple vista, se observa que Ernesto no es un niño como los demás, sólo por su prudencia –pues, aunque blanco se ha criado entre los indios-, sino por su forma de actuar, por sus reacciones y actitudes ante diferentes situaciones. Esto le hace conquistar entre algunos profesores y alumnos como “loco”, “vagabundo”, “forastero algo tocado”, etc. Es un niño que lo observa y todo lo medita. Ante sus ojos parece que no pasa nada inadvertido y de este modo, llega a unas conclusiones llenas de inocencia, ternura y bondad y, a la vez, tan maduras que contrastan con las de las que persona que le rodean. En el capítulo “La despedida”, en que el padre parte de Abancay, comienza una nueva vida para Ernesto, que debe enfrentarse solo en el mundo. Esta separación es necesaria para iniciar una nueva etapa en su existencia; por eso está revestida de esperanza. Desaparece, así, un personaje, el padre, pero continuará en el recuerdo del niño resurgiendo en los momentos más críticos de su vida, de tal forma que la memoria llega a constituirse en uno de los elementos claves de la organización interna de la novela. El padre se convierte en una obsesión diaria, hasta el punto de transformarse en el objetivo de la existencia de Ernesto. En ausencia de su padre, el niño adquiere una visión negativa de la realidad. Desde el colegio, donde domina la violencia, el sexo y la maldad, observa el mundo, “cargado de monstruo y fuego” (…) En el universo mágico de la obra, a las vivencias del niño se yuxtapone la realidad exterior con distintos episodios que reflejan un entramado social y religioso cargado de abusos e injusticias. Es el caldo de la sublevación de las chicheras cuya causa es compartida plenamente por Ernesto que lucha activamente con ella.”
“Todas las sangres” es la obra que tiene más páginas entre todas las novelas de Arguedas. La literata Juana Martínez Gómez escribe sobre la obra: “El 1964 es el de la publicación de su obra más ambiciosa, Todas las sangres en la que quiere presentar la gran diversidad de elementos humanos que componen el Perú. Intenta crear un cuadro de la totalidad social del país basándose en sus propias experiencias recogidas de todas las escalas y jerarquías del Perú que él conoció directamente”. La estudiosa e investigadora de las obras de Arguedas, doctora Juana Martínez hace otro apunte importante sobre la obra “En la novela aparecen todos los problemas del Perú en plena ebullición en la época en que fue escrita, porque Arguedas se propuso abarcar la totalidad de las cuestiones sociales que afectaban al hombre peruano de su momento”. El propio autor la considera como la culminación de su obra, de modo que las novelas anteriores constituirán los eslabones necesarios para elaborar ésta última: “Todas las sangres ha madurado durante largos años. Para poder escribirla fue necesario haber intentado interpretar en Agua (1935), la vida de una aldea, en Yawar Fiesta (1941) la de una capital de provincia y en Los ríos profundos (1958) la vida de un territorio humano y geográfico más vasto y complejo. Sin estas obras no hubiese podido crear Todas las sangres (…) Y siento que mi última novela es más literaria que las anteriores porque en ella lo literario proviene de la faz y el corazón de infinidad de gentes distintas entrabadas en nuestro país en una urdimbre sutil, profunda, a veces terrible, y no solamente de la descripción del llanto y de la mágica maravilla de los ríos y montañas”. Los personajes principales se encuentran bien diseñadas por el autor y alrededor de ellos gira toda la obra arguedasiana. Los personajes centrales son tres: el hacendado Bruno Aragón de Peralta; el ambicioso Fermín Aragón que es dueño de la mina de Apark’ora que explota y abusa de los humildes indios; y don Demetrio Rendón Willka, quien primero trabaja para Fermín Aragón y después para Bruno como administrador de su hacienda. Entre los personajes secundarios sobresalen: Matilde, mujer de ojos grandes y color de piedra verde y esposa del hacendado Fermín el Gálico, el hacendado; el mestizo Gregorio; el ingeniero Hernán Cabrejos Seminario quien es jefe de las minas de San Pedro y también agente secreto del Consorcio Wisther-Bozart. Las acciones o hechos que realizan los personajes se desarrollan en el espacio local o regional que está ubicado en la sierra sur del Perú, y tiene como escenario tres áreas: la mina Apark’ora; el pueblo de San Pedro; y la hacienda “La Providencia ”, la comunidad de Paraybamba y la comunidad de Lahuaymarca. La novela póstuma de Arguedas es el “El zorro de arriba y el zorro de abajo, 1971”.
(Del libro: "Literatura Peruana", Rafael Alvarado Castillo)
Tayta Arguedas
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