Por Rafael Alvarado Castillo
El
doctor José Guillermo Vargas Rodríguez presentó un Proyecto sobre la Casa
Nacional del Poeta con el apoyo de los miembros de la Comisión Organizadora del
I Congreso Nacional de Poetas, integrados por Teodomiro Abanto Horna, Francisco Ponce
Sánchez, Manuel López Rodríguez, Rafael Alvarado Castillo, Gerardo Arenaza
Olivares, Guido Carrión Bustamante, Norma Yáñez y Sonia Chumo y así también con el apoyo de los
poetas asistentes ante el Pleno de dicho Congreso que se realizaba en la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 18 de mayo de 1985. Después de
discutir arduamente el Proyecto
“Comisión Pro Casa del Poeta” en la mesa
de debates que estaba a cargo del doctor Winston Orrillo, se aprobó por unanimidad el sueño ansiado del
poeta Vargas Rodríguez.
Después de haber sido aprobado el Proyecto
“Comisión Pro Casa del Poeta”, por
mandato del I Congreso Nacional del Poeta, que fue auspiciado por la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el poeta Pepe Vargas, soñador y
quijotesco se quedó solo con su proyecto. Todos los poetas integrantes de la comisión “Pro Casa del
Poeta” que solamente eran figuretis y que
jamás pusieron un dedo para sacar adelante
el proyecto, terminaron por
abandonarlo a su suerte. Un día me encontré con Pepe Vargas y me dijo que lo
apoyara. Después de discutir ampliamente el tema de la Casa del poeta como un
Proyecto Nacional, opté por unirme a él para que nuestro sueño se hiciese realidad nacional. Pepe y yo, dos locos
benignos, nos subirnos a un mismo caballo levantando la Bandera de la Casa
Nacional de Poeta. Éramos dos Quijotes que luchamos intensamente desde abajo
ante la indiferencia de todos los poetas peruanos. Los dos éramos padres de
familia que ejercíamos la docencia como profesores de Lengua y Literatura y no
contábamos con ningún apoyo económico de alguna institución. De nuestro pobre
sueldo de maestro que teníamos y que era para nuestras familias, cogíamos para
nuestros pasajes, para comprar papeles y
para otros gastos que teníamos que hacer para sacar adelante nuestro trabajo
con proyección de futuro. Teníamos problemas económicos. Pepe en las noches
tocaba piano en una iglesia para recursearse y yo dictaba dos veces por semana,
los martes y sábados por horas en las noches en la academia preuniversitaria
“Programa 2000”. Había momentos que queríamos bajar la bandera y dejarlo todo;
pero nos pasaba esa locura. Lo más triste de todo era que nadie daba un centavo partido por la mitad por la Casa del
Poeta. Sólo Pepe y yo sabemos todo lo que hemos sufrido desde el comienzo de
nuestra lucha hasta el día en que el Congreso de la República, a través de sus
dos cámaras: Diputados y Senadores lo aprobaron por unanimidad: “La Casa
Nacional del Poeta” y “La Ley del Poeta”, en homenaje al poeta universal César
Vallejo, mediante la Ley 24616 y que después el Presidente de la República,
doctor Alan García Pérez, lo firmó, haciéndose
realidad nuestro sueño. A partir de ese momento, gentes desconocidas y
oportunistas que jamás pusieron el hombro, se subieron al carro como locos. Al poco
tiempo perdí lo más hermoso que tenía, mi primer hijo a quien no le di la
atención que debí por dedicarme a la
Casa del Poeta. Entonces, abandoné por lo que tanto había luchado y amado, y
por la bandera que enarbolé hace más de veinte años. Ahora flamea
orgullosamente en el Perú y en el mundo. También llevo en mi corazón a mi hijo
Rafaelito y que nunca olvidaré los
momentos más felices y tristes que pasé con él. Mi hijo sabe muy bien que
siempre lo amé, lo amo y lo amaré.
Después que me retiré, Pepe Vargas “el Ingenioso Hidalgo”, siguió enarbolando la
bandera de la “Casa Nacional del Poeta” o “Casa de Poeta Peruano” por muchos
países del mundo.
Salud, doctor José Guillermo Vargas
Rodríguez, amigo y poeta, Embajador de los poetas del Perú ante el Mundo, que
Dios te dé muchos años de vida por haber puesto bien en alto La Casa Nacional
del Poeta que un día le dimos nacimiento.
Lima. 16 de febrero del
2012.
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