LA ESTACION DE
NUESTRO AMOR
I
Dormías
como un suspiro perdido en el espacio
retozando en las playas de oceános viejos y desconocidos
jugando con la brisa
que aquella tarde era un amor lejano
querías para tus recuerdos como en los cuentos
que escuchabas de niña
urnas de cristal en medio de algún bosque encantado
el pasado extendía para ti sombras cada vez más lejanas.
Gemías cuando tus sueños juveniles
despeinaban dulcemente tus cabellos
querías flotar en el fuego de la Atlántida
coronada en algún reino mítico
3,000 años antes del dolor
y avanzabas batiendo rítmicamente
tu cuerpo de gacela perdida en los reinos de Enrique IV.
No querías recordar pero tus cabellos
mecidos por el silencio
lloraban al compás de una melodía de Joan Baez
te perseguían cinco continentes extasiados
pero nadie osaba tocarte
una noche mi ilusión te hizo fulgurar
en el cielo más ñlejano allá donde no alcanza mi mirada
muchas noches de desesperación
acabaron por gritarme en pleno rostro
como el corcho indiscreto de una íntima champaña francesa
muchos siglos mis sueños durmieron
como un poema escrito en la playa
allá donde no pueden alcanzarla las olas.
Sólo el continente de tu mirada
osaba despertarme de tarde en tarde.
II
Corrías muy de prisa, reías enormemente
cuando mi voz lejana te decía:
Detente porque vendrán días grises
donde nadie querrá reconocerte
y todos pugnarán por olvidarte.
Ya no llegarán a tu rostro de seda
los largos veranos del placer
y querrás escuchar entonces al super grupo Ocibisa
perdiendose en el follaje de la vida
donde los hombres con corbatas de seda
inflan globos aerostáticos en los dulces vientres virginales
y huyen aterrorizados
entre los niños pequeños que al nacer no pidieron
venir al mundo ni voltearían ante el soberbio paso
de una dieciochoañera en hot pants rosados
como lo haría yo escrutando su fenomenal estructura
con mis catalejos hallados en la Costa de Marfil.
III
No olvides nunca la historia rosa
que solías contarme en los días de tu adolescencia perdida
yo aún conservo tus cosas para no perder aquel entonces
aunque realmente ya estés perdida
y tu recuerdo me clava delicado puñal.
jugando con la brisa
que aquella tarde era un amor lejano
querías para tus recuerdos como en los cuentos
que escuchabas de niña
urnas de cristal en medio de algún bosque encantado
el pasado extendía para ti sombras cada vez más lejanas.
Gemías cuando tus sueños juveniles
despeinaban dulcemente tus cabellos
querías flotar en el fuego de la Atlántida
coronada en algún reino mítico
3,000 años antes del dolor
y avanzabas batiendo rítmicamente
tu cuerpo de gacela perdida en los reinos de Enrique IV.
No querías recordar pero tus cabellos
mecidos por el silencio
lloraban al compás de una melodía de Joan Baez
te perseguían cinco continentes extasiados
pero nadie osaba tocarte
una noche mi ilusión te hizo fulgurar
en el cielo más ñlejano allá donde no alcanza mi mirada
muchas noches de desesperación
acabaron por gritarme en pleno rostro
como el corcho indiscreto de una íntima champaña francesa
muchos siglos mis sueños durmieron
como un poema escrito en la playa
allá donde no pueden alcanzarla las olas.
Sólo el continente de tu mirada
osaba despertarme de tarde en tarde.
II
Corrías muy de prisa, reías enormemente
cuando mi voz lejana te decía:
Detente porque vendrán días grises
donde nadie querrá reconocerte
y todos pugnarán por olvidarte.
Ya no llegarán a tu rostro de seda
los largos veranos del placer
y querrás escuchar entonces al super grupo Ocibisa
perdiendose en el follaje de la vida
donde los hombres con corbatas de seda
inflan globos aerostáticos en los dulces vientres virginales
y huyen aterrorizados
entre los niños pequeños que al nacer no pidieron
venir al mundo ni voltearían ante el soberbio paso
de una dieciochoañera en hot pants rosados
como lo haría yo escrutando su fenomenal estructura
con mis catalejos hallados en la Costa de Marfil.
III
No olvides nunca la historia rosa
que solías contarme en los días de tu adolescencia perdida
yo aún conservo tus cosas para no perder aquel entonces
aunque realmente ya estés perdida
y tu recuerdo me clava delicado puñal.
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