JUTITO
El día en que el negro Vallumbrosio fue insultado por su propio ahijado, un negrito llamado Jutito, casi se le desploma la jeta. Puso los ojos de vaca, la nariz de toro y, mascando dientes, se fue a la cas de su compadre.
Compaire Juto, he venío hacero quejá .
-¿Haceme quejá a mí, compaire?
-He venío a dade la queja de su hijo Jutito, que mia insurtrao.
-¡Qué!
-Mia dicho una temenda lisura.
-Qué lisura esesa, compaire.
-Una temenda palaibra.
-Pero cuál esesa palaibra, compaire. Porque yo quiedo sabé el tamaño y la dimensión de la palaibra, pa según eso catigá a ese muchacho.
-Uté, compaire, quiede que yorepita esa palaibra, que yo mimo me jora.
-Pero yo quiedo sabé qué cóoosa lia dicho ese muchacho.
-Mia dicho una temenda lisura.
-Güeno -dijo Juto; torció el cuello, apuntó los dientes hacia el fondo de la casa y llamó a su mujer: -Juuuta, Juuuta...
-¿Juto?
-Lámame acá a ese Jutito, que quiedo hablá con él.
Juta llamó a su hija, que estaba más al fondo:
-Jutiliiicia, Jutiliiicia...
-¿Mama?
-Llama a ese Jutito, Dile que su tata lo ta eperando ajuera.
-Jutiiito, Jutiiito...
-Qué quiedes -dijo Jutito; estaba escondido en el corral.
-Te llama mi tata.
Y queriendo y no queriendo, Jutito fue llevado ante la presencia del padre y de su padrino. Y el padre le dijo:
-Oooye, neriiito, túuu me váaas a decí qué cóoosa lias dicho a mi compaire.
-Je...Je... Pendeijo mi tata. Quiede que yo le vuerva a joré a mi parino.
-Horita mimo túuu me váaas a decí qué cóoosa lias dicho.
-Je... Je... Yore dije a mi parino don Mítey Cuca.
A Valumbrosio se le bajó la color: se puso cenizo.
-Y túuu, nerito deriabro, nerito a too lo demonio, po qué lias dicho esa lisura a mi compaire.
-Je... Je... Poi jorelo.
-Hora tú va ve cómo yo te vuagará y te vuacé desaparecé.
Pero, ¡fuít!, Jutito pasó por debajo de su padre y de su padrino. tomó el frondoso y altísimo árbol que sombreaba la casa y con elástica facilidad trepó velozmente hasta la rama más alta, como una lagartija que hubiera pasado corriendo a lo largo del tronco. Luego todo quedó en silencio.
Juto y Vallumbrosio se miraron a la cara. Inmóviles del cuello hacia abajo, levantaron de costado lentamente la cabeza y miraron hacia arriba: las ramas de ese lado estaban quietas y en la penumbra del follaje era imposible distinguir a nadie. Bajaron la cabeza y la fueron levantando poco a poco por el otro lado: la quietud y la penumbra se extendían a toda la copa del árbol. Entonces, Juto, manteniendo la mirada en lo alto, llamó:
-Jutito, baja diay
El arbol ni se movió.
-¡Oye, muchacho, baja te digo¡
El árbol siguió en silencio, como si arriba no hubiera nadie y Juto le estuviera hablando al árbol.
-¿Me oíte?
Todo siguió igual. Era como para creer que ahí no había ningún árbol y Jutito le estuviera hablando al aire.
Desconcertado, interrogó a Vallummbrosio:
-Yue vito que aquí se subió. Uté, compaire, ¿también vio lo que yo vi?
Vallumbrosio, que se hallaba con el ceño endurecido, apretó la jeta en señal de afirmación. Entonces Juto enfiló nuevamente la voz hacia lo alto del árbol:
-Ahí mimo tas. Horita te bajas,
La voz de Jutito se descolgó:
-Pa qué.
-¡Baja te digo!
-Pa qué.
-¿No quiedes obedecé?
-Aquí toy bien.
-¡Baja, muchacho e miedta!
-Ta jorío-
Vallumbrosio hizo un gesto como para matar una culebra y se marchó sin despedirse. Juto, que lo vio alejarse, miró el cielo y observó que el sol se resbalaba del centro. Entonces lanzó un escupitazo contra el tronco del árbol y rápidamente se metió en la casa. Reapareció con una segadora en la mano, jalando de una soga a un burro de serones vacíos. Trepó en el animal y se alejó de prisa.
Jutito fue asomando cautelosamente la cabeza por encima del árbol y observó el campo a la redonda. Su padre, lejano, se acercaba a un sembrado.
-Allá va mi tata -dijo-. Sia ido a cotá yerba.
En otro lado avistó a Vallumbrosio que avanzaba hacia una casa, empequeñecido por la distancia.
-Ve, allá va mi parino, don Mitey Cuca- y sin dejar de mirarlo se puso a vocear:
-Miiiitey... Miiiitey.... Mitey Cuuuuca...
Compaire Juto, he venío hacero quejá .
-¿Haceme quejá a mí, compaire?
-He venío a dade la queja de su hijo Jutito, que mia insurtrao.
-¡Qué!
-Mia dicho una temenda lisura.
-Qué lisura esesa, compaire.
-Una temenda palaibra.
-Pero cuál esesa palaibra, compaire. Porque yo quiedo sabé el tamaño y la dimensión de la palaibra, pa según eso catigá a ese muchacho.
-Uté, compaire, quiede que yorepita esa palaibra, que yo mimo me jora.
-Pero yo quiedo sabé qué cóoosa lia dicho ese muchacho.
-Mia dicho una temenda lisura.
-Güeno -dijo Juto; torció el cuello, apuntó los dientes hacia el fondo de la casa y llamó a su mujer: -Juuuta, Juuuta...
-¿Juto?
-Lámame acá a ese Jutito, que quiedo hablá con él.
Juta llamó a su hija, que estaba más al fondo:
-Jutiliiicia, Jutiliiicia...
-¿Mama?
-Llama a ese Jutito, Dile que su tata lo ta eperando ajuera.
-Jutiiito, Jutiiito...
-Qué quiedes -dijo Jutito; estaba escondido en el corral.
-Te llama mi tata.
Y queriendo y no queriendo, Jutito fue llevado ante la presencia del padre y de su padrino. Y el padre le dijo:
-Oooye, neriiito, túuu me váaas a decí qué cóoosa lias dicho a mi compaire.
-Je...Je... Pendeijo mi tata. Quiede que yo le vuerva a joré a mi parino.
-Horita mimo túuu me váaas a decí qué cóoosa lias dicho.
-Je... Je... Yore dije a mi parino don Mítey Cuca.
A Valumbrosio se le bajó la color: se puso cenizo.
-Y túuu, nerito deriabro, nerito a too lo demonio, po qué lias dicho esa lisura a mi compaire.
-Je... Je... Poi jorelo.
-Hora tú va ve cómo yo te vuagará y te vuacé desaparecé.
Pero, ¡fuít!, Jutito pasó por debajo de su padre y de su padrino. tomó el frondoso y altísimo árbol que sombreaba la casa y con elástica facilidad trepó velozmente hasta la rama más alta, como una lagartija que hubiera pasado corriendo a lo largo del tronco. Luego todo quedó en silencio.
Juto y Vallumbrosio se miraron a la cara. Inmóviles del cuello hacia abajo, levantaron de costado lentamente la cabeza y miraron hacia arriba: las ramas de ese lado estaban quietas y en la penumbra del follaje era imposible distinguir a nadie. Bajaron la cabeza y la fueron levantando poco a poco por el otro lado: la quietud y la penumbra se extendían a toda la copa del árbol. Entonces, Juto, manteniendo la mirada en lo alto, llamó:
-Jutito, baja diay
El arbol ni se movió.
-¡Oye, muchacho, baja te digo¡
El árbol siguió en silencio, como si arriba no hubiera nadie y Juto le estuviera hablando al árbol.
-¿Me oíte?
Todo siguió igual. Era como para creer que ahí no había ningún árbol y Jutito le estuviera hablando al aire.
Desconcertado, interrogó a Vallummbrosio:
-Yue vito que aquí se subió. Uté, compaire, ¿también vio lo que yo vi?
Vallumbrosio, que se hallaba con el ceño endurecido, apretó la jeta en señal de afirmación. Entonces Juto enfiló nuevamente la voz hacia lo alto del árbol:
-Ahí mimo tas. Horita te bajas,
La voz de Jutito se descolgó:
-Pa qué.
-¡Baja te digo!
-Pa qué.
-¿No quiedes obedecé?
-Aquí toy bien.
-¡Baja, muchacho e miedta!
-Ta jorío-
Vallumbrosio hizo un gesto como para matar una culebra y se marchó sin despedirse. Juto, que lo vio alejarse, miró el cielo y observó que el sol se resbalaba del centro. Entonces lanzó un escupitazo contra el tronco del árbol y rápidamente se metió en la casa. Reapareció con una segadora en la mano, jalando de una soga a un burro de serones vacíos. Trepó en el animal y se alejó de prisa.
Jutito fue asomando cautelosamente la cabeza por encima del árbol y observó el campo a la redonda. Su padre, lejano, se acercaba a un sembrado.
-Allá va mi tata -dijo-. Sia ido a cotá yerba.
En otro lado avistó a Vallumbrosio que avanzaba hacia una casa, empequeñecido por la distancia.
-Ve, allá va mi parino, don Mitey Cuca- y sin dejar de mirarlo se puso a vocear:
-Miiiitey... Miiiitey.... Mitey Cuuuuca...
(Antonio Gálvez Ronceros)
Mitey: mister
Cuca: órgano sexual femenino
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