LOS HEREJES
Rendíamos culto al agua, al sol a la luna,
también a la tierra y a otras deidades naturales.
Nuestra yacu mama, calma nuestra sed, riega
los campos de cultivo, con ella preparamos la bebida sagrada,, la chicha, sin
ella nuestros cuerpos se secarían como el charqui. Que digan entonces que no es
sagrado.
En el calendario de cultos estaba marcada
una fecha para dar gracias a las lluvias, que aumentan el caudal de los ríos.
Las lagunas nuestras “Qochas” eran los
depósitos naturales, donde se represaba el agua y durante el tiempo de
sequía las entrañas de la pachamanca
eran humedecidas por ella y así podíamos
seguir cultivándolas.Eramos tan conscientes que comprendíamos que sin el agua
la vida se extinguiría..
Adorábamos al Sol, porque era nuestro dios
padre que desde que amanecía nos daba la vida, con su luz. No podíamos
imaginarnos un amanecer sin él.En el ocaso nos prosternábamos para que vuelva al día
siguiente y a la madre luna le rogábamos que pernocte con él lo necesario, que
lo tenga a su lado para amarlo y que aproveche su luz para que tenga estrellitas. Y alegren
el firmamento con sus parpadeos.
Nuestro Dios el Inti, era reverenciado en el
Inty Raymi. La fiesta del Sol, y sus hijos los Incas, ese día prometían cuidar
por igual a todos los hombres.
Y la pacha mama, la tierra del cual
emergemos, como las plantas, no teníamos porque disputarla, sabíamos que
nosotros pertenecemos a ella y no podía nadie ser dueño de la tierra. Si al
final somos barro, con un soplo de vida, de vida pasajera.
Así vivíamos felices rindiendo culto a nuestros dioses, en los
altares que existían a lo largo y ancho de los cuatro lados del mundo. Nuestros
sacerdotes ofrendaban a nuestros dioses, no sacrificaban.
Así mismo íbamos en peregrinaje a las altas
montañas donde se hallaban nuestros Apus, que eran nuestros dioses menores. Si queríamos dialogar
con ellos teníamos que por lo menos hacer un esfuerzo y caminar horas y horas ,
imponiéndonos al cansancio del cuerpo y el alma.
Encontrándonos frente a ellos les dábamos las
gracias por la vida, por el pasaje sea largo o corto de nuestro existir .No
había nada que pedirles todo lo
teníamos, solo había que agradecerles.
Cuando llegaron ellos, se sorprendieron al
ver que besábamos la tierra, al ver que levantábamos nuestros ojos al sol, al ver que bebíamos el agua bendita.
Y nos dijeron estos son unos herejes, salvajes, no conocen, al verdadero Dios,
no han escuchado la palabra del señor.
¿A QUE SEÑOR SE REFERÍAN NOS MIRÁBAMOS LAS CARAS?-Ya verán, ya verán. Nos
decían. Sacaron un objeto raro lo abrieron y empezaron a dialogar con él,
diciéndonos escuchen la oración que él nos dejó, pero antes cierren vuestros ojos,
herejes. Y el que llevaba colgado una cruz en el pecho dijo : -Padre nuestro
que estás en los cielos, santificado sea tu nombre… Y al terminar, nos dijo que ya estábamos bendecidos y que ahora ya éramos hijos
de Dios y que teníamos un lugar en su reino. Cuando abrimos los ojos ya no teníamos
nuestras tierras, ni a nuestros dioses, nada de nada. Mucho menos el
cielo.Ellos vinieron cargando el infierno.
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