Poeta Héctor Ñaupari
BREVE IMPRESIÓN DE SALAMANCA
Apareces invicta en las mesetas.
Ni siquiera la lluvia pedregosa ciega a quien te observa.
Tampoco el aire que parece quebrar el espacio que crean tus calles discretas
invadiéndolo todo, como un amor encontrado tras décadas
de dolorosa búsqueda.
Y es que de tanto escuchar el filoso repaso de las páginas de libros y volúmenes,
de tanto saber acumulado que desafía al polvo y al olvido,
tú misma, pálida ciudad, no te has abandonado a la humedad que reverdece la piedra
de tus edificios infinitos,
ni a la perturbación de las mareas, que traen exiliados y náufragos de lejanos confines,
y solo transcurres calma entre ellos,
como un tornado contenido en una bóveda de cristal
Ni siquiera la lluvia pedregosa ciega a quien te observa.
Tampoco el aire que parece quebrar el espacio que crean tus calles discretas
invadiéndolo todo, como un amor encontrado tras décadas
de dolorosa búsqueda.
Y es que de tanto escuchar el filoso repaso de las páginas de libros y volúmenes,
de tanto saber acumulado que desafía al polvo y al olvido,
tú misma, pálida ciudad, no te has abandonado a la humedad que reverdece la piedra
de tus edificios infinitos,
ni a la perturbación de las mareas, que traen exiliados y náufragos de lejanos confines,
y solo transcurres calma entre ellos,
como un tornado contenido en una bóveda de cristal
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