JAVIER HERAUD
Medía un metro ochenta. Sus manos
eran fuertes como ramas de ficus.
Traje gris, y en invierno
una chompa contra el aire
o las hojas desatadas
desde el último otoño.
Sobre sus ojos, os diré
que estaban llenos de ciudades
y caminos. (No escribo
estas cosas porque ha muerto.
En verdad, se hundían
en su cara. Demasiado
marrones y profundos).
Ahora, sólo puedo
buscar alguna una cosa parecida
a nuestro hermano, entre la tierra
mojada por el río. Su cuerpo
ha cambiado de pieles y colores
en estos meses duros.
Antonio Cisnero
No hay comentarios:
Publicar un comentario