PONENCIA
SOBRE JOSE MARIA ARGUEDAS EN EL I ENCUENTRO NACIONAL
DE ESCRITORES EN HUARAL
A PROPÓSITO DEL
CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS
En el Perú, a nuestro escritor José María
Arguedas en vida se le maltrató, humilló
y marginó por ser serrano; pero él no
bajó la cabeza, sino más bien se sintió orgulloso de ser un hombre del ande
igual que el gran cholo César Vallejo. Ambos se identificaron con el dolor del
pueblo andino. Arguedas le dio un sitio especial al indio peruano en la literatura universal a
través de sus obras literarias. Arguedas
mostró al mundo la grandeza del hombre del ande: su nobleza, su fortaleza, su
rebeldía, su valentía, su sabiduría y su amor por su tierra que lo vio nacer.
Lo defendió hasta el último día de
su existencia. Él me enseñó a amar el
Perú Profundo tan olvidado y ofendido. Nuestro escritor es reconocido mundialmente por su magistral pluma con la cual escribió sus famosas obras. Es por eso que este
año 2011, debió ser declarado como el
“Centenario del Nacimiento de José María Arguedas” porque hay abundantes
méritos que hizo nuestro escritor andahuaylino. Una vez más, se cometió un gran
atropello con él. Al respecto, el eximio periodista José María “Chema” Salcedo,
dijo: “Estamos tratando mal a Arguedas, un personaje clave para obtener la
verdadera esencia del Perú”. En todo el
Perú se han levantado voces de protestas
de los grandes intelectuales a favor de
Arguedas. Si el Perú optó por Machu Picchu para nominar al año
2011; en los Estados Unidos, los latinos
declararon, el 2011 “Año de José María Arguedas”. ¿Por qué en el Perú
no se debió declarar el “Centenario de Machu Picchi para el mundo”? Porque lo que pretende es
dar importancia al descubrimiento de Machu Picchu que se dio el 24 de
junio de 1911 por el explorador norteamericano Hiram Bingham. Nadie se
atrevería a desconocer la grandeza de nuestra ciudadela incaica y menos ninguna boca de un peruano diría que no la ama y admira. Los peruanos nos
sentimos muy orgullosos de nuestro
histórico Machu Picchu. Lo que hizo el
norteamericano Bingham fue redescubrir nuestra ciudadela porque 46 años antes
que él llegara a Machu Picchu ya lo
habían descubierto los viajeros: el italiano Antonio Raymondi, Augusto Berns y
el explorador francés Charles Wiener.
Por esta razón el destacado periodista José María Salcedo ha dicho con suma
firmeza: “Este centenario es de Hiram Bingham y no de Machu Picchu”. Por
último, nuestro escritor fue nuevamente maltratado este año 2011, cuando el
Perú debió reivindicarse con nuestro cholo universal José María Arquedas. Él no ha muerto porque vive en los corazones
de los hombres que leen sus obras que lo han inmortalizado.
Las novelas del cholo universal José María
Arguedas gozan de alta calidad literaria y su contenido tiene una inmensa
humanidad que trata de resaltar la dignidad y
el espíritu rebelde del hombre del ande. En las páginas de sus obras
literarias, el personaje central es el indio con sus grandes problemas, pero
también con sus grandes cualidades humanas que le da una grandeza
inconmensurable. El novelista Mario Vargas Llosa escribió
con mucha razón cuando se refiere a la obra completa de Arguedas: “Su
obra tiene una significación múltiple, de calidad literaria y por otra parte es
una obra de integración”.
El escritor Arguedas en la novela corta “El
Sexto” narra magistralmente, por boca de Gabriel Osborno, la
experiencia personal en la cárcel tenebrosa el Sexto. La horrible prisión donde
pasó el joven novelista, es el lugar donde cumplen condenan los políticos,
trabajadores, estudiantes, obreros, criminales y ladrones comunes, vagos,
pordioseros y locos; hombres blancos, indios, negros, cholos, injertos y
japoneses. Los personajes que participan en la obra son: Gabriel Osborno que es un preso político de 21 años, un estudiante universitario; el
pianista que muere por los maltratos que recibe del Negro Puñalada; el japonés que muere por desnutrición; Clavel, delincuente homosexual y loco; el Negro Puñalada, delincuente peligroso y
abusivo contra los débiles; Pacasmayo,
Alejandro Cámac Jiménez, el Piurano, el Pato y el asesino del Negro Puñalada. Todos los personajes de la obra crean con sus
acciones un clima de tensión y de
violencia. Los hechos más resaltantes de la obra son: el suicidio de Pacasmayo;
la locura de “Clavel”; y las
muertes de El Pato, del Negro Puñalada,
del pianista y del japonés.
“Yawar Fiesta” es la primera novela de
Arguedas que fue publicada en 1941.
“Yawar Fiesta” (fiesta sangrienta) es una idea expresada por medio de la palabra Yawar (sangre) y otra
palabra castellana, fiesta. Los hechos de la obra se desarrollan en el pueblo
andino de Puquio. Los protagonistas
cumplen sus papeles en la obra. y sobresalen: el alcalde Antenor que goza de
complejo de superioridad y es
potencialmente racista porque odia a los mistis y a los indios; don Julián Aranguena es un personaje controvertido que
simboliza la sinceridad y la fuerza; y el toro Misita. Entre los personajes
secundarios destacan: Don Jesús, el mestizo
Pancho Jiménez, el juez don Santos,
don Demetrio que es un personaje hipócrita y que tiene ambiciones
desmedidas, los Varayok’s, el párroco, el subprefecto, el sargento, el chofer
Martínez y don Félix. En esta obra se contrapone las costumbres del ande contra las costumbres
hispanas: el espectáculo taurino. Las autoridades del pueblo de Puquio
quieren imponer a la fuerza las
costumbres taurinas de corte hispano, pero los indios del pueblo lo rechazan y
al final logran imponer sus costumbres. Nuestro escritor toca esencialmente en
su obra literaria con gran profundidad el proceso de la transculturación
hispano-indígena.
La
novela “Los ríos profundos” fue publicada en 1958. El tema central de
la obra radica esencialmente en el sentimiento profundo al universo del ande
peruano. Los personajes están bien diseñados por su autor. El protagonista es
el niño Ernesto quien nos narra magistralmente su vida. Los personajes
secundarios son muchos y destacan los más resaltantes como el padre de
Ernesto, Miguel Jesús, el viejo que es
el hermano del padre de Ernesto; Augusto Linares o simplemente Padre Linares
quien es el director del colegio religioso; el Padre Cárpena quien tiene una
elevada estatura y de porte atlético; el hermano Miguel a quien los alumnos le llamaban “el Negro”;
Ántero Samanez, hijo de un terrateniente del valle Apurímac y todos le
llamaban Markaska o el “marcado”,
Salvinia, chica de 12 año y enamorada de Antero; Añuco, hijo de un
hacendado; el “Peluca”, estudiante
fortachón de 20 años; Valle, estudiante
interno de quinto año del colegio
religioso; Palacito, estudiante interno indígena y el menor de todos, le
llamaban “indio Palacios”; doña Felipa, mujer obesa de mucho coraje y cabecilla
de las chicheras; opa Marcelina, mujer de baja estatura y gorda, jovencita
demente que ayuda en la cocina del internado: el papacha Oblitas, profesor y
músico; Alcilla, notario de Abancay; y la lista de personajes es interminable.
Las acciones se desarrollaron en el Cusco
y en Abancay en donde se ubican
el colegio del
internado religioso de Abancay; el barrio de las chicheras, Huanupata y
la hacienda de Patibamba. La doctora Juana Martínez Gómez, catedrática de
Literatura Hispanoamericana de la Universidad
Complutense de Madrid, España hace un importante apunte de la
obra maestra de Arguedas: “Los ríos profundos, novela
esencialmente autobiográfica, está desarrollada a lo largo de once
capítulos de carácter muy heterogéneo
cuyo hilo enlazado es el protagonista, el “yo” que relata una serie de
episodios y le confiere unidad a la
novela. Ésta narra las experiencias de Ernesto, un muchacho de catorce años, en
un colegio religioso de Abancay, al que
llega después de recorrer junto con su padre diversos lugares de la sierra. Los
primeros capítulos son una auténtica biografía del autor, verdaderos diarios de su infancia escritos con toda
clase de detalles. Al llegar al colegio,
se incorporan nuevos personajes –los alumnos, los profesores y otros más o
menos cercanos al mismo -, y se alternan los episodios de dentro y fuera del centro escolar
significativos en la vida del muchacho,
que van dando a conocer al lector un
mundo -Abancay- y un submundo -el del
colegio-. A simple vista, se observa que Ernesto no es un niño como los demás,
sólo por su prudencia –pues, aunque
blanco se ha criado entre los indios-,
sino por su forma de actuar, por sus reacciones y actitudes ante diferentes
situaciones. Esto le hace conquistar entre algunos profesores y alumnos como
“loco”, “vagabundo”, “forastero algo
tocado”, etc. Es un niño que lo observa y todo lo medita. Ante sus ojos parece
que no pasa nada inadvertido y de este modo, llega a unas conclusiones llenas de inocencia, ternura y bondad y, a la vez, tan maduras que
contrastan con las de las que persona
que le rodean. En el capítulo “La
despedida”, en que el padre parte de Abancay, comienza una nueva vida para
Ernesto, que debe enfrentarse solo en el mundo. Esta separación es necesaria
para iniciar una nueva etapa en su existencia; por eso está revestida de
esperanza. Desaparece, así, un
personaje, el padre, pero continuará en el recuerdo del niño resurgiendo en
los momentos más críticos de su vida, de
tal forma que la memoria llega a constituirse en uno de los elementos claves de
la organización interna de la novela. El padre se convierte en una obsesión
diaria, hasta el punto de transformarse en el objetivo de la existencia de
Ernesto. En ausencia de su padre, el niño adquiere una visión negativa de la
realidad. Desde el colegio, donde domina la violencia, el sexo y la maldad,
observa el mundo, “cargado de monstruo y fuego” (…) En el universo mágico de la
obra, a las vivencias del niño se yuxtapone la realidad exterior con distintos
episodios que reflejan un entramado social y religioso cargado de abusos e
injusticias. Es el caldo de la sublevación de las chicheras cuya causa es
compartida plenamente por Ernesto que lucha activamente con ella.”
“Todas las sangres” es la obra que
tiene más páginas entre todas las novelas de Arguedas. En
1964 se publica su obra más ambiciosa, Todas
las sangres en la que quiere
presentar la gran diversidad de elementos humanos que componen el Perú.
Intenta crear un cuadro de la totalidad social del país basándose en sus
propias experiencias recogidas de todas las escalas y jerarquías del Perú que
él conoció directamente. En la novela aparecen todos los problemas del Perú en plena
ebullición en la época en que fue escrita, porque Arguedas se propuso abarcar
la totalidad de las cuestiones sociales que afectaban al hombre peruano de su momento.
El propio autor la considera como la culminación de su obra, de modo que las novelas anteriores constituirán los eslabones necesarios para elaborar ésta
última: “Todas las sangres ha madurado durante largos años. Para poder
escribirla fue necesario haber intentado interpretar en Agua (1935), la vida de
una aldea, en Yawar Fiesta (1941) la de
una capital de provincia y en Los ríos profundos (1958) la vida de
un territorio humano y geográfico más vasto y complejo. Sin estas obras no
hubiese podido crear Todas las sangres Los
personajes principales de la novela se encuentran bien diseñadas por el
autor y alrededor de ellos gira toda la
obra arguedasiana. Los personajes centrales son tres: el hacendado Bruno Aragón
de Peralta; el ambicioso Fermín Aragón que es dueño de la mina de Apark’ora que
explota y abusa de los humildes indios; y don Demetrio Rendón Willka, quien
primero trabaja para Fermín Aragón y después para Bruno como administrador de
su hacienda. Entre los personajes
secundarios sobresalen: Matilde, mujer de ojos grandes y color de piedra
verde y esposa del hacendado Fermín el Gálico, el hacendado; el mestizo
Gregorio; el ingeniero Hernán Cabrejos Seminario quien es jefe de las minas
de San Pedro y también agente secreto
del Consorcio Wisther-Bozart. Las
acciones o hechos que realizan los personajes se desarrollan en
el espacio local o regional que está
ubicado en la sierra sur del Perú, y tiene como escenario tres áreas: la mina Apark’ora; el pueblo de San Pedro; y
la hacienda “La
Providencia ”, la comunidad de Paraybamba y la comunidad de
Lahuaymarca.
La
novela póstuma de Arguedas es el “El zorro de arriba y el zorro de abajo, 1971”.
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